OPINIóN
Actualizado 02/01/2018
Francisco Delgado

A propósito de la salida al mercado estos días de mi libro BOCCHERINI EN ESPAÑA, me surge la reflexión sobre las causas de que unos hechos individuales o colectivos, desaparezcan o se trasformen en la memoria o en los relatos supuestamente históricos, en otros ajenos a la realidad de los hechos.

En el caso concreto de la vida de Luigi Boccherini en España, hasta que hace unos años un excelente musicólogo investigó y demostró que Luigi Boccherini no había terminado sus días en el Madrid de principios del siglo XIX arruinado, solo y enfermo, el mito del músico pobre después del éxito y la fama permaneció intacto. J. Tortella demostró que Boccherini hasta el final de su vida tuvo una saneada economía, sin trazo alguno de pobreza.

¿Por qué nació este mito y se instaló por dos siglos entre todos los interesados por la vida del músico? La respuesta es que el mecanismo de NEGACIÓN de aquello que no nos gusta es, en la especie humana, asombroso; los madrileños que habían convivido con Boccherini y su familia durante varias décadas, al parecer no soportaron la idea de que Boccherini tuviera un final desgraciado emocionalmente, y cambiaron ese estado depresivo por ficticios problemas económicos, que nuestra mente soporta "mejor".

En la actualidad no negar la realidad lo tenemos mucho más difícil que en el siglo XIX. La mentira es ahora tan sistemáticamente utilizada en la trasmisión de lo que ocurre, que desgraciadamente podemos afirmar que la verdad de los hechos es más una excepción que una regla. En un intento ridículo o sarcástico de explicación de la "inocencia" del mentir, se ha mal hilvanado un concepto tan torpe como la "postverdad". ¿Qué quedará dentro de unas décadas en la información y en la memoria colectiva de los acontecimientos que ahora nos envuelven? ¿Qué se dirá del movimiento independentista catalán o de la respuesta de Europa a las multitudes de refugiados e inmigrantes que intentan llegar a nuestro territorio? ¿O de la situación generalizada de paro laboral o subempleo de la España posterior a 2008?

Se puede instalar cualquier leyenda, cualquier mito, cualquier mentira, pues el mecanismo de nuestra mente de negar lo que no nos gusta es casi infinito. En el siglo pasado la psicología consideraba la negación de la realidad un mecanismo de defensa del niño hasta los nueve o diez años, o propio de algunas enfermedades mentales.

En el presente negar la obvia realidad empieza a ser (terroríficamente) un mecanismo de la mayor parte de la población "normal".

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