OPINIóN
Actualizado 19/12/2017
José Javier Muñoz

Puigdemont ha dicho que las elecciones de este 21 de diciembre son la segunda vuelta de las del 1 de octubre. Si en la primera medio arruinaron Cataluña, la segunda puede completar la ruina. Porque los independentistas, tanto da ERC que Junts per Cat o En Comú Podem, no tienen programa alguno que ofrecer a los ciudadanos. A ese corrupto batiburrillo de rancia burguesía conservadora y extrema izquierda insustancial no le queda otra que tirar de demagogia y populismo, armas más eficaces que la razón y la equidad porque apelan a sentimientos enardecidos. Los totalitarios de cualquier signo saben que es fácil crear estereotipos de buenos y malos, así como mover a las masas mediante el palo y la zanahoria. La siguiente instrucción dictada por la dirección del Partido Comunista Soviético deja bien claro lo que espera a quienes no se sumen al rebaño independentista: «Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente». Esas son sus bazas y de ellas obtendrán provecho. Queda por desvelar en qué medida le echarán valor y responderán ante las urnas las personas de bien, las que aspiran a convivir y trabajar sin quimeras ni sobresaltos.

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