Presumo, muchas veces a lo largo de artículos o de libros, que yo juego al fútbol escribiéndolo porque, en realidad, no se ostentan cualidades físicas mínimas para no comprometer al sistema cardio-circulatorio y otros que entran en funcionamiento cuando se juega al fútbol disputando balones, pasándolos o tirando pelotas al compañero para conseguir gol.
Recientemente, leí (Sergio Aspas, 10.12.2017) unas noticias alentadoras: "El fútbol en silla de ruedas aspira a ser paralímpico en el futuro". De esa manera se equipararía al baloncesto, pádel o tenis adaptado. Un nuevo formato que está en período de gestación, auspiciado por la Federación Española de Fútbol. En realidad, aún se está en proceso de homologación de las reglas del juego. Al parecer, el antiguo futbolista valencianista Fernando Giner, tenía la inquietud por el "A-Ball" cuando observaba a muchos jóvenes esperando en silla de ruedas en todos los campos de fútbol, reclamando un autógrafo a los futbolistas.
Gracias a un ingeniero industrial (César Iribarren) y un ortopédico (José Noblejas) han desarrollado una silla de ruedas sencilla, manual, robusta, que pudiera ser el modelo definitivo para jugar al fútbol en todo el mundo. Una innovación singular a partir de la pregunta ¿se puede crear el fútbol en silla de ruedas.
Por lo tanto, la silla de ruedas para practicar el "A-Ball" reproduce la forma de controlar, diseñada para atrapar mediante unas pinzas y golpear el balón con los pies mediante dos palancas. Además, permite orientar el golpeo a derecha, izquierda o de frente; conducir el balón con el interior o el exterior, el tiro surgirá según la habilidad de quien lo practique, porque la herramienta ideada será manual y sin artilugios eléctricos. Sin duda, estamos ante un hecho histórico por su trascendencia, permitirá jugar al fútbol a millones de discapacitados? Una vez más, el fútbol es utópico?