OPINIóN
Actualizado 12/12/2017
Francisco Delgado

La España que llega a nuestros ojos desde la pantalla del televisor es un país muy distinto al que veo cada día en las calles, los grupos, las tiendas, las instituciones de mi ciudad. Me empuja la tentación de afirmar que son tan distintas? que alguien miente.

"Veamos" qué aparece de distinto en la pantalla y en la realidad. Por pantalla me refiero a lo que emite la 1, la 3, la 4, la 5, la 6. En el conjunto de estos canales veo un país con un gobierno con numerosos miembros del mismo siempre perseguidos por juicios, por corrupciones ( siempre presuntas), que intentan defenderse ante los periodistas con generalidades que no aclaran nada, o cambian de tema, la mayoría de las veces; estos dirigentes a continuación salen en otras escenas públicas, declarando sobre Cataluña, o sobre cualquier tema de muy variada naturaleza, como si lo que acabamos de ver u oír de sus presuntas irregularidades no fuera real o no tuviera la menor importancia. En los mismos canales citados aparece una población, que parece repetirse cada día: una masa de ciudadanos-consumidores entrando y saliendo de tiendas o grandes superficies, en la madrileña calle Preciados, o en cualquier otra céntrica de cualquier ciudad (ahora, en Navidad llena de adornos), o ciudadanos en sus coches atascados, bajo una oscura nube de contaminación. Muy frecuentemente aparecen las aproximadamente diez figuras de cabecera de la totalidad de los partidos políticos (de estos diez, unos aparecen mucho más que otros) queriendo vender una seguridad en sus palabras sobre supuestos problemas de interés general, que no tienen.

También aparecen infinidad de anuncios a cada momento, miles de partidos de fútbol, y algún que otro programa de cocina nacional o de cocinas exóticas de todo el mundo. Apenas hay alguna noticia o imagen de lo que ocurre más allá de España, ni siquiera en el resto de países europeos.

Esta es la imagen del país que contemplo en la pequeña pantalla. La que no ve mi amigo el italiano residente en España, pues nunca ve la televisión.

¿Y el país que ven mis ojos en las calles, en las escuelas, en los hospitales, en las fábricas, en las colas del INEM, en los supermercados, en las universidades? Parece otro distinto al de las imágenes machaconas de TVE. Como si a los dirigentes de la televisión les interesara mucho convencer al televidente de que solo existen masas de consumidores, de automovilistas, de políticos con una imagen muy estudiada, de deportistas, de grupos en continua fiesta. Y que todo lo demás, gente que trabaja, que estudia, que busca un futuro que no encuentra, que está pensando en emigrar?eso no existe. Es una invención de nuestros ojos. O de nuestros oídos.

Durante todo este mes nos sostiene la ilusión infantil de que la Lotería es el remedio a todos los males. Pues, venga, ¡a comprar esa lotería que resolverá todos los problemas!

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