No sé si la estrella del porno A. Ames, una mujer de 23 años, se ha suicidado porque era depresiva, por su oficio o porque, al negarse a rodar porno con un homosexual, le llovieron todo tipo de insultos y comentarios acusándola de homofobia. ¿No será Heterofobia?, ¿O es que las mayorías no merecen respeto?
Sea como fuere, algo deberíamos hacer para perseguir los insultos y vejaciones por internet. Las redes sociales se han convertido en una amenaza para la convivencia, porque los que abusan de ellas se escudan detrás de una pantalla como miserables.
En este caso, es especialmente grave que la maltraten por haberse negado a aceptar como pareja de porno a un homosexual. En realidad, quienes hacen estos trabajos, como en el caso de la prostitución, no deberían estar obligadas a perder su libertad para consentir o no una determinada relación. La ética del consentimiento en las relaciones sexuales y amorosas se fundamenta en libertad para decir sí o no en estas situaciones y en todas las demás (también en el matrimonio convencional), porque esta libertad es un patrimonio inherente a la especie humana.
No estoy para juzgar estos trabajos, pero en ellos la libertad nunca debiera ser vendida, ni comprada. Este derecho a decir sí o no debiera mantenerse intacto en cada persona en todas las relaciones y situaciones y a lo largo lo que dure la actividad sexual. Lamentablemente es una forma frecuente de violación en estas actividades donde proxenetas o empresarios del sexo obligan a sus parejas a aceptar todos los clientes y, con frecuencia, todas las demandas sexuales, creyendo haber comprado su libertad.
Pero las personas, tampoco en estos oficios, deben ser tratadas como un objeto. La naturaleza de la sexualidad humana debe respetarse no obligando nunca nadie a aceptar todos los clientes, ni todo lo que el que paga pida.
Que acusen a Ames de homofobia es especialmente grave, porque ninguna minoría o mayoría puede exigir a los demás que acepten su particular Deseo. Todos somos dueños de nuestro Deseo sexual, pero no podemos imponerlo a los demás.
Aprovecho para decir que las minorías no se defienden queriendo imponer ciertas cosas a las mayorías, que también son una diversidad tan respetable como las diversidades minoritarias. Ya sé que la palabra Heterofobia no se usa, porque las minorías son las que han sufrido; pero no olvidemos que en algunos casos, como éste, tiene sentido. Por eso hablamos también de ética de la diversidad. La libertad y la dignidad son patrimonio de todos.
Ames, parece que dejo una nota escrita que decía algo así: ¡Que os den!", asqueada de tanto insulto. Una pena que nos hagamos la vida difícil unos a otros.