OPINIóN
Actualizado 11/12/2017
Félix López

Quienes me siguen saben que insisto una y otra vez en este tema: lo secreto y reprimido personal y socialmente durante siglos es ahora lo "expuesto en público" para llamar la atención, captar clientes o venderse como producto de consumo. Varias noticias recientes nos escandalizan: un restaurante pone fotos de culos de mujer en la fachada en Mallorca, dos mujeres desnudas se acarician haciendo o simulando hacer el amor en un lugar muy público de Sevilla, en plena Plaza, un presentador de televisión pregunta a la gente si tienen fantasías sexuales con otros u otras mientras tienen relaciones sexuales, etc. La intimidad sexual y amorosa ha dejado de ser una propiedad personal y se vende y compra como otros muchos productos.

A nosotros nos parece que la mayor riqueza de nuestro YO biográfico es lo que hemos sido y somos y podemos ser. Una parte muy importante de lo que somos pertenece a nuestras intimidad, compartida en parte con quien tenemos amistad o amamos, pero no tendida como "las ropa que secamos", expuesta u ofertada a los posibles compradores o consumidores. Tampoco instrumentalizada por causas políticas o sociales, salvo militancias que pueden tener sentido (por ejemplo, salir del armario), que no deben ser nunca una obligación.

L a intimidad tiene muchos aspectos. Desde el punto de vista sexual, se refiere a la propiedad del cuerpo, los afectos sexuales y amorosos (Deseo, Atracción y Enamoramiento), las emociones, comunicaciones y afectos compartidos y la conexión emocional, cual vasos comunicantes, así como las conductas sexuales que compartimos.

Pero la intimidad es tan importante y personal que ni siquiera debe ser absorbida por nuestra pareja, sino que finalmente somos una única persona, naranja entera, que rueda con otra naranja, sin perder su identidad y autonomía: estoy contigo porque así lo he decidido, caminamos juntos, tenemos un compromiso en la libertad. Pero sigo siendo Yo, con mi interioridad, mis emociones y sentimientos, mis recuerdos, inquietudes y dudas, mi experiencia personal, mi vida, porque la persona nunca se vacía en el otro. Compartir no es vaciarse, ni ser absorbido, hay que seguir siendo uno mismo, una persona única con sentido y vida propia, un misterio maravilloso para el otro e incluso para uno mismo.

La intimidad no debe ser objeto de representación social y menos aún de usos perversos, como asistimos hoy. Amenazada por la naturaleza de los medios que usamos para comunicarnos (estamos expuestos, vigilados cuando usamos internet o hablamos por el móvil o paseamos por la calle, llena de cámaras, etc.), figuramos en montones de ficheros comerciales, nos llaman por teléfono con nuestro nombre voces cálidas para vendernos cosas (bancos, casas de seguros, comercios de todo tipo), nos saltan anuncios en nuestro correo electrónico cuando escribimos a una amigo a amiga y le anunciamos el lugar donde vamos a ir, o formas simbólicas de comunicación gráfica cuando mandamos besos? Es el desvergonzado y perverso acoso a nuestra intimidad.

Y lo que es más, en esta sociedad de mercado, la oferta de intimidades de los demás es infinita, para que compremos todo tipo de ofertas.

Les invito a que hagan dos listados: (a) el de los acosos y amenazas a nuestra intimidad, (b) el de las ofertas de intimidad.

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