OPINIóN
Actualizado 27/11/2017
Jesús Garrote

Triste sociedad en la que vivimos en la que el prestigio y demasiadas oportunidades las da el dinero.

Desde el gobierno de la nación cuyas decisiones las marca la economía y no precisamente la distributiva, sino la que conviene a los poderosos, la que protege sus fortunas con las que chantajean los puestos de trabajo y el llevarlas fuera.

Parece que nadie se puede enfrentar al dinero y ridiculizarlo. Es ridículo que un futbolista por correr detrás de un balón cobre millonadas que no puede ni soñar un médico, un profesor, un artista o un agricultor. Pero lo peor es que realmente lo produce en este sistema capitalista del pan y circo.

Pero lo peor es que realmente soñemos con dinero y que hipoteque el futuro de nuestras hijas, que también sueñan con dinero que se hace en una fábrica a conveniencia.

Decide el futuro de los pueblos y de las familias más que una religión. Por ejemplo cuando los independentistas catalanes montan todo un tinglado ideológico y sentimental, han sido combatidos desde el dinero y se han vendido. Si los vascos no hacen lo mismo es porque están consiguiendo unos acuerdos convenientes.

Seguiremos diciendo a nuestras hijas que el dinero no hace la felicidad pero que ayuda. Está tan mal distribuida la riqueza y es tan injusta. Verdaderos talentos mendigando y absolutos zoquetes montados en el dólar. Cuántos pintores o genios póstumamente reconocidos, con descendientes millonarios, murieron en la ruina.

Hemos descubierto que el dinero no tiene color, la corrupción la practican los azules y los rojos, los de izquierdas, derechas y sindicatos.

Cuando parece que todos siguen el dinero, que se vende la calidad, la belleza, el ingenio, la compañía. Hay que bucear muy profundo, viajar a lugares remotos o trascender a los orígenes de algunos de nuestros pueblos para liberarse de la vorágine que todo lo arrasa.

Siguen teniendo más oportunidades de sacar los estudios los hijos de los ricos aunque algunos sean más tontos.

Pero a pesar de todo la resistencia al "feliz señor dinero" la representan los sentimientos y las emociones. Hay ricos que sienten la soledad y lo arriesgan todo por una determinada compañía, y sobre todo muchos hijos de ricos con vidas destrozadas por ese dinero fácil con el que los padres querían comprar el tiempo.

El dinero no se come, el dinero no acaricia, el dinero no hace el boca a boca. Pero llegará la Navidad y no sabremos que pedir a los Reyes Magos y dejaremos debajo del árbol a nuestras hijas dinero porque no hay forma de acertar con el dinero.

Jugaremos a la lotería esta Navidad y si nos toca tenemos grandes planes para hacer, seguimos creyendo que cambiaría nuestras vidas a mejor y que nuestros problemas desaparecerían. No podemos esperar a la lotería para soñar y disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. Lo que verdaderamente nos hace felices realmente no depende del dinero, lo he visto en familias muy pobres que nos dan mil lecciones en el magistral arte de quererse, protegerse y disfrutar de la vida sin regalos materiales y con la esencia de existir con los seres queridos.

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