Este año, la acuciante sequía que sufrimos parece no tener fin, sufriéndola dramáticamente el campo y con el consiguiente impacto en nuestros embalses, más vacíos que nunca, por mucho que unas esporádicas y tímidas primeras lluvias del otoño se hayan querido asomar de refilón.
No obstante, la lluvia sigue estando ausente para lo que sería normal en estas fechas, y no acaba de aparecer con fuerza, pareciendo como si le diese cierta vergüenza acabar con el festín que se ha montado este año la sequía en la Península Ibérica, y que está castigando especialmente a las cuencas del Segura, el Júcar y el Duero en el caso español, y el Alentejo en el caso portugués.
Y es que nuestros embalses se encuentran más bajos que nunca, y la comparativa con el año pasado no hace sino evidenciar este hecho. Así, la presa de Almendra, que por estas fechas estaba el año pasado al 69% de su capacidad, está ahora mismo al 38%, siendo más que visibles los restos de Argusino, que ha emergido de las aguas en el cincuenta aniversario de su anegación.
Otro tanto se puede decir del embalse de Santa Teresa, que de un 51% hace un año ha pasado al 37% actual, siendo aún más crítica la situación del embalse del Águeda, que del 72% que poseía hace exactamente un año, se ha quedado en el 13% actual.
Sin embargo, la situación de los embalses salmantinos no es tan dramática como, por ejemplo, la del de Barrios de Luna, uno de los grandes embalses de la cuenca del Duero, en la provincia de León, que se sitúa a sólo el 4% de su capacidad, siendo perfectamente visibles desde hace semanas los 16 pueblos que engulló en su día. Y algo similar se puede decir del principal embalse zamorano, el de Ricobayo, cuyo nivel apenas alcanza el 11%.
En todo caso, quienes se llevan la palma en cuanto a sequía son los embalses del Segura, a apenas un 13% de media, con el embalse de Valdeinfierno completamente seco, y otros no muy lejos de esta situación, como La Fuensanta (al 5%), El Cenajo (al 6%) o Santomera (al 7%).
En sentido contrario, y volviendo a nuestra provincia, los embalses cuyo único fin es producir energía eléctrica sí viven una situación mucho más normal en sus niveles respecto a la media habitual de estas fechas. Y es que, el hecho de que su producción vaya en consonancia con la altura desde la que se despeña el agua, conlleva que, para no reducir excesivamente la producción hidroeléctrica, se dé prioridad a presas como Aldeadávila o Saucelle, de una capacidad de embalsado no excesivamente grande respecto a la gran producción eléctrica que generan.
Por ello, las presas de Saucelle y Aldeadávila se encuentran prácticamente llenas, en una situación completamente opuesta a la situación general de los embalses de la provincia. Y es que, por ejemplo, poner en riesgo la producción hidroeléctrica de Aldeadávila, que genera el 10% de toda España, supondría una decisión un tanto temeraria, en cuanto que conllevaría la necesidad de comprar más electricidad al extranjero.
En todo caso, fuera de los embalses 'de exclusividad eléctrica' quizá la situación más parecida a la de otros años la vive en la provincia el embalse de Navamuño, ya en la cuenca del Tajo, y que abastece a la ciudad de Béjar. Éste actualmente se sitúa en el 28%, no muy lejos del 35% de hace un año, claro que en otros embalses más pequeños de su entorno, como el de Manufacturas de Béjar, la sequía es perfectamente palpable, al haberse convertido la presa poco menos que en un charco en el cauce de un río, el Riofrío, completamente seco.
Ante esta situación, solo queda esperar que el cielo nos bañe como es debido, y con ello que la lluvia vuelva a dar vida a nuestro campo, a nuestros ríos y regatos, y cuanto antes lo haga mejor, pues de lo contrario no quiero ni imaginar cómo será la situación el próximo verano como se repita el mismo clima.