OPINIóN
Actualizado 23/11/2017
Gustavo Hernández Sánchez

¿Existen alternativas?

Después del doctor honoris causa otorgado por la Universidad de Salamanca a Junker la pasada semana, todo apunta a que tendrán que pasar unos años para revertir la situación de precariedad laboral de los y de las jóvenes investigadoras en nuestra ciudad, la cual es extensible al conjunto del país. Pero lo que me resulta más representativo de este panorama del que tendremos tiempo de hablar el próximo miércoles 29 de noviembre a las 19:00h en la Facultad de Geografía e Historia es que, en plenas elecciones a rector, ninguno/a de los candidatos/a se halla pronunciado al respecto.

Continuidad o, más de lo mismo, es la palabra que mejor podría definir este proceso. De nuevo, el colectivo de estudiantes volvió a ser el más responsable al indicar que la privatización de la Universidad y los recortes en I+D+i no son el camino y que, por tanto, no se debe de premiar a sus artífices, sino todo lo contrario, abuchearles tal y como hicieron.

El capitalismo cognitivo como una de las caras de esa hidra de mil cabezas que es el sistema capitalista comienza a ser una realidad también en nuestra ciudad. Del mismo modo, emergen figuras de un nuevo proletariado como el cognitariado, uno de los perfiles del precariado y que se caracteriza por cobrar salarios bajos, la presencia de periodos entre contrataciones en los que se trabaja sin cobrar y sin cotizar, inestabilidad e inseguridad laboral, etc.

No obstante, existen alternativas para que la Universidad sea un espacio crítico y de reflexión, muchas de las cuales pasan por darle la vuelta a la reforma neoliberal del sistema de enseñanza superior comúnmente conocido como Proceso o Reforma de Bolonia y que está suponiendo que solo puedan acceder a la enseñanza superior aquellas personas que tienen más recursos, igual que a la carrera investigadora. Amén de otras muchas cuestiones que dicho proceso comienza a hacer evidentes: burocratización del sistema de investigación, control y privatización del conocimiento, fomento de las empresas y de las universidades privadas con capital público, estrangulamiento económico...

En fin, la conversión de la Universidad como bien público en empresa destinada a los beneficios privados y que algunos autores definen como mercantilización del saber o fábrica de precarios. Lo que puede suponer el final de la educación superior como un derecho accesible a la ciudadanía para pasar a convertirse en un privielgio. ¿Te animas a descubrir con nosotros y nosotras cuáles pueden ser estas alternativas? Te esperamos para debatir sobre los retos a los que se enfrentan los y las jóvenes investigadoras en un contexto de crisis y de recortes en el sistema de I+D+i.

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