En los años 90 y coincidiendo con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética un politólogo norteamericano de origen japonés difundió un nuevo paradigma: El fin de las ideologías del siglo XIX simbolizado por la caída de la URSS y la desaparición del comunismo significaba el Fin de la Historia, es decir, el triunfo del capitalismo y la democracia en todo el mundo y el final de los conflictos que habían golpeado el siglo XX con dos guerras mundiales y numerosos conflictos bélicos por todo el mundo debido a la bipolarización del mundo entre capitalismo y comunismo.
Ese augurio de un mundo mejor y más pacífico se desvaneció bien pronto con la primera guerra de Irak como respuesta a la invasión de Sadam Hussein de Kuwait, más tarde vino Afganistán, la desintegración de Yugoslavia, conflictos en Somalia, Nigeria, etc. Realmente despedimos el siglo XX con toda una serie de guerras que convertían en muy pacífico el pasado siglo XX.
Ciertamente, hoy en día el conflicto ideológico del siglo XX se ha difuminado y vivimos no en una era bipolar, sino en una era multipolar con el ascenso de China , India, Brasil y la vuelta de la República Rusa con Putin.
Sin embargo, el desasosiego social, político y económico en todo el mundo mantiene a los ciudadanos en vilo.
El mundo se ha globalizado como nunca antes tanto a nivel económico, como cultural pero al mismo tiempo se ha vuelto más inseguro. Los Estados cada vez son menos independientes y buscan fórmulas de integración regional en todas partes para poder sobrevivir mediante la cesión de parte de sus poderes a organismos supranacionales, es el caso de la Unión Europea, pero igualmente las instituciones regionales de América Latina como Mercosur o las organizaciones asiáticas.
Entre las consecuencias de esta inseguridad internacional nos encontramos el incremento de conflictos bélicos que han provocado entre otras cosas una de las migraciones más masivas desde la Segunda Guerra mundial. Cientos de miles de personas han dejado sus países y sus casas huyendo de las guerras y del hambre buscando refugio en los países desarrollados, especialmente Europa.
Esta enorme migración sorprendió a todos los países desarrollados, provocó pánico y miedo en parte de las poblaciones y desconcierto en sus Gobiernos, incluidas las Instituciones de la Unión Europea.
Las poblaciones se dividieron sobre el acogimiento de emigrantes, entre los que animados por las ONGs, llevados de su buena fe, exigían el acogimiento de todos ellos y los que pensaban que recibir a millones de personas, alojarlas y darles trabajo y medios de vida era sencillamente imposible porque supondría no solo el fin del Estado de Bienestar para todos, sino la quiebra de las economías de los países, incapaces de sufragar la enorme cuenta de gastos.
Otro grave problema que padecemos es el nuevo Terrorismo de raíz islámica.
La irrupción de Estados Unidos en Oriente Medio en parte para la defensa de Israel y en parte por consideraciones geoestratégicas en momentos de debilidad política de Rusia ha provocado que Oriente medio se convierte en un auténtico volcán que ha impulsado un nuevo Nacionalismo árabe y un nuevo terrorismo que si bien hunde sus raíces en una interpretación rigorista del Islam del siglo XVIII, representa también un nuevo panislamismo en lucha contra Occidente, sus símbolos y su democracia. Frente a este terrorismo que quiere destruir nuestras señas de identidad y nuestra sociedad laica y democrática debemos defendernos con todas las armas legales a nuestro alcance, impidiendo la aceptación de costumbres y tradiciones arcaicas que quieren la subordinación de la mujer, o la violación de las leyes que apoyan la separación de la Iglesia y el Estado en aras del fundamentalismo islámico.
El tercer gran problema con que nos enfrentamos hoy en día es la expansión de Movimientos Nacionalistas disgregadores que quieren poner nuevas fronteras entre países europeos y practican el enfrentamiento Nosotros y Ellos. Lo cual nos indica que hemos aprendido muy poco desde el siglo XX con dos guerras mundiales causadas por nacionalismos excluyentes. Estos nacionalismos generalmente de regiones ricas de toda Europa suelen ser apoyados por partidos y grupos de extrema derecha que desean la desaparición de la Unión Europea, véase por ejemplo qué partidos han apoyado el Independentismo catalán ( extrema derecha flamenca, francesa, británica, danesa, estonia, lituana, americana, etc).
El penúltimo que no último problema hoy es el impacto de las redes sociales en la difusión de Noticias Falsas y su utilización por Gobiernos y Grupos políticos que desean la desestabilización de regímenes democráticos. La desinformación como arma política está ocasionando graves problemas a la ciudadanía que ya no sabe si lo que lee es verdad o mentira, confundiendo incluso a la propia prensa escrita.
Vivimos por consiguiente en una época convulsa y agitada que necesitaría nuevos líderes políticos globales y organizaciones cívicas potentes que se dediquen a desenmascarar las mentiras de Gobiernos y Grupos sociales y políticos.