OPINIóN
Actualizado 20/11/2017
Rubén Martín Vaquero

Los desleales políticos catalanes llevan años redactando y poniendo en práctica una hoja de ruta que contempla, desde su concepción, la desobediencia de las leyes aprobadas en el Congreso y en el Senado donde, por otra parte, esos partidos políticos independentistas tenían sus representantes democráticamente elegidos; la teatralización de un pseudo-victimismo ante la inventada "represión" del Estado central; la sistemática coacción de los catalanes que no piensan como ellos y el adoctrinamiento, con técnicas nazis, de los habitantes de esa Comunidad Autónoma desde una inventada posición supremacista, especialmente de los niños y los jóvenes seleccionando al profesorado, para controlar la sociedad y dirigirla hacia el independentismo bajo su mandato. Si bien, como todo régimen fascista, el fin último no es la secesión de España, sino la expansión y construcción de una idílica nación con los llamados països catalans (les recuerdo que llevan años dando la información meteorológica en TV3 para esos supuestos països, amén de inversiones en ellos, como agencias de noticias, sobornos, compra de conciencias, oficinas de información o, por ejemplo, la financiación en Cerdeña de la rotulación en catalán de las calles). Y todo ello al mismo tiempo que menospreciaban y vilipendiaban con embustes, infundios y falacias todo lo que ellos entendían como español.

Sirvan de ejemplo los libros de texto catalanes, desde la Educación Infantil al Bachillerato, donde para ellos las letras representan: la A, Asamblea Nacional Catalana; C, Consulta en las urnas; D, Derecho a decidir; E, Estelada; M, Manifestación con la estelada al frente; I, Independencia, J, San Jordi; O, Omnium Cultural; V, Vía Catalana? etc. En el Bachillerato han sido más creativos, haciendo renacer en Cataluña a literatos, artistas, descubridores, santos?, naturales de otros lugares de España, y lo mejor; se han inventado una Historia de Cataluña ficticia, si recordamos que nunca ha sido un país independiente y que formando parte del reino de Aragón pasó a unirse a Castilla con los Reyes Católicos hace más de 500 años.

O las fábulas de los políticos nacionalistas asegurando a sus paisanos que cuando ese supuesto "país" se declarase unilateralmente independiente, las naciones de la Tierra correrían a reconocerlo, y las empresas y entidades bancarias llegarían a cientos para establecerse en esa tierra "prometida".

O mintiendo con toda la boca cuando levantaron la calumnia de "España nos roba", teniendo en su territorio las empresas sus sedes sociales y fiscales, los puestos de trabajo y las fábricas de los productos que venden en el resto de España. Por cierto? nos aseguran que las subvenciones que recibe la fábrica SEAT (Martorell ?Barcelona-) del Estado central, son similares a las que entregan a la Comunidad autónoma de Castilla y León. ¿Alguien podría confirmar ese extremo?

O la mendacidad de una ética que vendría de su mano a residir en esa parte de España, olvidando el institucionalizado tres por ciento, al honorable ladrón, a las cuadrillas oficiales de parásitos y saqueadores que viven del cuento secesionista, y a los líderes independentistas que tienen cuentas bancarias en paraísos fiscales.

O faltando a la verdad cuando prometían que la estatua de la Libertad vendría volando para instalarse en las Ramblas (siempre que los comercios rotulasen en catalán para evitar la sanción).

O la falacia de una Educación en libertad, cuando para trabajar en las escuelas e institutos de ESO y Bachillerato a los profesores candidatos se les examinaba y se les examina EXCLUSIVA Y OBLIGATORIAMENTE en catalán, no pudiendo hacerlo en castellano aunque los dos fueran idiomas oficiales. Los objetivos eran claros: quitarse la competencia de profesionales del resto del territorio español, hacer de Cataluña su coto privado y seleccionar al profesorado, no en función de su formación y conocimientos, sino por su afiliación y compromiso nacionalista ¿De qué nos extrañamos ahora que el sector de la Enseñanza pública sea el más radical en la lucha independentista?

Y mientras todo esto y más ocurría, los partidos políticos constitucionalistas mayoritarios, se hacían los ciegos, los sordos y los mudos para conseguir el apoyo y los votos de los partidos secesionistas en el Congreso y en el Senado, imprescindibles por otra parte para poder gobernar España, haciendo como que no se enteraban de lo que se estaba fraguando, y permitiendo que los independentistas por detrás estuvieran trabajando para deshacerla. Y ahora se rasgan las vestiduras.

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