Comienzo así el artículo ya que no encuentro una definición mejor de mi paso por este centro intercultural y contaré mi experiencia tanto como chica en prácticas que fui hace dos años como voluntaria actual que soy ahora.
Cada segundo, cada minuto, cada día y cada mes que me he pasado en el centro me han aportado algo diferente, y ya no solo a nivel profesional por la carrera que estoy estudiando (Educación Social) sino a nivel personal.
Pienso que ya que cada cosa que me han aportado estos usuarios no ha tenido nada que ver con esas dos condiciones.
Cada miembro del centro intercultural me ha enseñado diferentes valores personales: el respeto, la confianza, la constancia, el amor, pero, sobre todo, el esfuerzo que realizamos tanto el voluntario como el usuario del centro.
Esfuerzo que es recompensante cuando llegas a tu casa y piensas en la ayuda que has entregado a alguien que probablemente te este eternamente agradecido por ello, y eso es lo bonito de ser voluntario, esa sensación que tenemos a la hora de invertir un poco de nuestro tiempo en aquellas personas que tanto lo necesitan.
Desde aquí y con esta experiencia personal, animo a todas esas personas que tienen ganas de cambiar el mundo y ofrecer lo mejor de ellas a todo ser humano que por diferentes motivos sufren esta situación.
Y con lo que he empezado también concluyo, «qué bonito es dar, pero qué importante es recibir», ya que la experiencia de ser voluntario es totalmente reciproca. Recordar eso de que la solidaridad mueve el mundo y nosotros nos movemos con él.
Eva Castro Martín