OPINIóN
Actualizado 07/11/2017
Francisco Delgado

Este humilde manifiesto que tiene como objetivo denunciar el exceso de ruido que soporta nuestra sociedad española, entiende por ruido un amplio concepto: El ruido va desde el muy concreto ruido que hiere nuestros oídos con la "música" atronadora que sale por las ventanillas del coche que acaba de pasar a nuestro lado, al ruido metafórico y real de tantas decisiones políticas que son esencialmente ruido y generan sobre todo ruido. Es decir el ruido denunciado es no solo el producido por un sujeto individual, que se salta una norma de convivencia, una ley, sino el ruido de una colectividad agrupada bajo unas siglas o el de una parte del gobierno que, con mucho ruido, emite un simple mensaje.

¿Por qué o para qué denunciar estos "ruidos"? Por dos motivos, el primero por salud física y mental (están comprobadísimos hace décadas los efectos nocivos del ruido sobre el organismo) y el segundo, (pensado desde la teoría de la comunicación) porque el "ruido" producido por muchas decisiones políticas, tiene como objetivo primero (aunque no único) obturar los posibles diálogos que encontrarían solución a conflictos graves de nuestra sociedad.

Pongamos algunos ejemplos de la actualidad, en el ámbito de la política. La mayor parte de las manifestaciones convocadas por los independentistas catalanes de estas semanas se resumen en un sencillo mensaje, "somos muchos los que estamos en torno a esta idea "( independencia, república, democracia, etc.) . Las últimas decisiones del gobierno de la nación o de la fiscalía del estado de encarcelar a los líderes del movimiento separatista catalán tienen como objetivo un solo mensaje "mostrar que el poder lo tiene el gobierno, no los independentistas". Para ambos simples mensajes no hace falta tanto ruido producido por decisiones políticas tan discutibles. De distinta manera, con su "ruido" los dos contrincantes taponan el espacio y el tiempo necesario para el diálogo.

Ocurre lo mismo con los ruidos producidos por dos ciudadanos que gritan para no escucharse, pues no desean comprender. El grito en la especie humana tiene la misma función que en las demás especies: un mensaje "propagandístico" del poder del que grita. Pero no hay que olvidar nunca que bajo esa función, siempre se esconde el miedo a ser agredido por el otro.

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