Cuando no puedes tu muerte llorar,
echarla fuera,
cuando tus miedos te ahogan en soledad,
gritas al mundo que no quiere escuchar.
Cuando tus hijas ignoran tu dolor,
y tu mujer pasea su frialdad,
sentido pierde la vida,
sin encuentros al caminar.
Te roban lo más sagrado,
la ilusión por despertar,
no sabes el fin de tus días,
ni el día a día para respirar.
No sabes lo que quieres,
ni en lo que crees,
tus pensamientos en coma están,
quisieras de alegría cantar.
Sus sombras persiguen mi mirar,
la luz me ciega,
no responde mi corazón,
al eco de la voz perdida.
Esta noche está seca,
el mañana nos dejará,
el paraíso viene y va,
la incertidumbre en poder está.
No cuenta el ayer,
ni el qué dirán,
amor en mano,
supervivencia como horizonte.
El presente existe,
el futuro a todos burla,
no sé quiénes son los míos,
los que bien me sienten.
Mi ignorancia cansa,
mi escasez arrastra,
mi pesadez agota,
quiero salir y volar.
Volver a soñar realidades,
volver a cantar,
no perder la esperanza,
mirar y ver.
Mi corazón palpita,
suena el metal,
hacia donde la sangre va,
el misterio aguarda.
No está la opción de rendir,
abandonar el barco no,
navegar con miedo al mar,
encontrar la fuerza en admirar.
Vivir para los demás,
como siempre inventar,
paciencia con los de verdad,
con la mentira convivir.
Aprender a querer mejor,
soltar lastre,
la confianza por bandera,
y el olvido por decisión.
Rezo para mis hijas,
y me refugio,
busco el calor del hogar,
ansío ser mejor.
Toda respuesta a mis sentimientos,
enfado es,
de los tuyos no sé,
abandonarlos toca.