Los de dos patas que son los peores, los que gastan pantalones y empinan el codo en incontroladas noches, los muy gamberros. Tal parece que hubiera pasado una manada de esa especie por la calle La Rúa, destrozando a su antojo, como siempre cobardes amparados en la noche que son muy machos.
Que unos descerebrados acaben con la buena labor de los trabajadores de los jardines tiene fácil solución, cazarlos con las cámaras de vigilancia, foto en la prensa con nombres y apellidos, unos días a la sombra, pagar la animalada y a trabajar un mes para la ciudad. Son unos borregos.