OPINIóN
Actualizado 05/11/2017
Fernando Saldaña

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Los ánimos se van enfriando. Creo que es el primer día, en mucho tempo, que se puede hablar de Cataluña sin enfados ni salida de tonos. Así, aprovecho para explicarle a Emilio, el camarero, mi manera de ver lo que han hecho Rajoy y sus muchachos.

A finales de 2014, Cataluña quiere convocar una consulta, no vinculante, sobre la independencia. Hasta ahí no había problema: si ganaba el NO, la Generalitat se comprometía a aceptar el resultado y aquí paz y después gloria. Si ganaba el SÍ presentarían una ruta tendente a alcanzar la independencia.

Aquella consulta fue prohibida.

Todo se precipitó después. Con la sensación de que no se les dejaba hablar (más realidad que sensación) se convocó un referéndum que también fue prohibido. El resto, lo conocemos todos.

Hoy se ha llamado a los catalanes a votar "con garantías". Y, digo yo, ¿no se podían haber gustado las garantías en 2014? Habríamos sabido lo que hay, y nos habríamos ahorrado muchos problemas.

Así las cosas, se me ocurren muchas preguntas ¿Qué pasará si vuelve a ganar el independentismo? ¿Qué pasará si la diferencia entre una u otra opción es mínima?

Donde no había ningún problema, lo crearon artificialmente, y así nos va. Claro que hoy Rajoy se presenta como el salvador de la unidad de España. Destructor con ínfulas de constructor? Claro, que en la destrucción obtienen siempre sus beneficios los constructores.

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