OPINIóN
Actualizado 28/10/2017
Tomás González Blázquez

Hay quien puede contar en sus memorias cuatro años en Moncloa o en la Casa Blanca. O recordar los cuatro años en que fue campeón olímpico o del mundo. A mí, de momento, sólo me da para hacer balance de cuatro años en esta particular Calle de la Fe. Cada vez que octubre le entrega el testigo a noviembre me viene a la cabeza el inicio, cuando Juan Carlos me animó a escribir también aquí, en el entonces recién inaugurado SalamancaRTV. "Irás los sábados", me ubicó. Y sabatino me quedé. Por el camino, doscientas ocho columnas, sin fallar una sola semana desde el 2 de noviembre de 2013. Hoy la doscientas nueve, amén de alguna colaboración más en la Semana Santa, fuera de programa.

Acostumbrado desde siempre a escribir para mí, o para los más o menos cercanos en El nombre de los días, a sabiendas de que, una vez lanzada al océano, tu botella la abre cualquiera, he intentado hacer lo mismo, aunque sé que lo he conseguido sólo a veces. Me he repetido: imposible no hacerlo. Entiéndalo el lector como insistencia y como recreación de unos pocos temas en los que quien esto firma se considera mínimamente capaz de sostener opinión fundada. Si hay que tocar todos los palos siempre se puede contratar a los tertulianos de la televisión, entrenados para el debate epidérmico. Aquí, ni contrato ni entrenamiento, pero sí la intención de bajar a alguna profundidad más reseñable. Por eso, si he pedido cuatro veces la coronación de la Virgen de la Vega, habrá una quinta. Si he clamado en nueve ocasiones por el respeto a la historia finalizada de la Unión Deportiva Salamanca, llegará la décima. Y si he reivindicado doce sábados la medicina rural, serán trece, catorce y pleno al quince.

Cuatro años atravesando una calle sin puertas, sin números y sin manual de instrucciones. Anotando ideas sueltas. Previendo temas. Captando ocasionalmente retazos de la actualidad. Ejerciendo de recordatorio acerca de fechas y efemérides. Sacando afuera los proyectos de lo que uno lleva dentro: la Iglesia, la Diócesis, la Cofradía. Significándome. Denunciando. Agradeciendo. Por supuesto, equivocándome a menudo. Imprescindible sentirse libre como me siento aquí.

Fuerza, Juan Carlos. ¡Gracias! Unidos en la oración.

Ilustra esta columna una de sus fotografías íntimas de noche de Lunes Santo, antes de que los azules salgamos a hacer de las calles verdaderas e imperfectas calles de la Fe.

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