"La criatura estudiosa que llevas adentro, el travieso ser espiritual que encarna tu auténtica personalidad , te guía por la vida". Richard Bach
Querido Juan Carlos:
Lo primero mil perdones por dejar de opinar, y de escribir sobre estos impresentables que aun gobiernan en la Comunidad Autónoma de Cataluña. Ya sé que te dije horas antes, de que esa puñetera burbuja se interpusiese entre lo real y lo más real, que daría rienda suelta a mi pluma recién estrenada. Pero? ¿qué importancia tiene lo que hagan unos descerebrados, si lo comparo con el sufrimiento de quien quiere fortalecer su cerebro y su cuerpo le pone tantos impedimentos?
Para unos más que para otros, es necesaria tu presencia, contundente cuando das la opinión en un tema a discutir, pero cargada de esa vehemencia reflexiva que sólo los grandes poetas consiguen remarcar.
Conversaciones largas o cortas , depende con que reloj se marque el tiempo, donde sobresale tu opinión, siempre ponderada para que no suene como sentencia inapelable. Tu gran libertad para que podamos emitir, como tú, juicios claros pero dando la opción de alzar la voz a quien quiera reflexionar, quien añada un matiz, una gradación, siempre respetando las diferencias. Esto añade autoridad a tu autoridad, aunque tú nunca quieras que se vea como tal. ¿Pero cómo se va a llamar cuando alguien tiene esa amplitud de conocimientos, de reflexiones sobre lo humano y lo divino?
Nunca podré olvidar, y en breve te lo poder decir de nuevo, el día en el que cambiamos la floristería por una platea, arrinconamos flores y plantas y tu voz recitando poesía, para un público minoritario pero engrandecido, tomó, como si de un gas se tratara, cada rincón de nuestra floristería y de nuestros corazones, incluso de cada gota de agua que en la calle aterrizaba explotando en la acera como si quisiera marcar tu compás.
¡Qué gran oportunidad de conocerte y de conocer la finura y elegancia de tu festón interno, de la exposición de tú alma al ritmo de tú poesía!
Podía prolongar estas líneas de forma indefinida, pero he de llegar al punto y final, a ese momento exacto dónde el discurso toca a su fin y aparece la necesidad de enviarte mi admiración y mi cariño. Tengo la seguridad de que muy, pero que muy pronto podré decírtelo con un café delante y tú podrás reordenar todo lo que una mínima burbuja estropeó.
Por cierto, y así cumplo una parte de tu "mandato", ese señor de flequillo indefinido, el de la mirada perdida y todos los que les tocan las palmas, nos han vuelto a engañar, no se someten a unas elecciones, prefieren el 155; creo que para ellos tiene más bondades que enfrentarse a los esbirros por ellos creados.