OPINIóN
Actualizado 27/10/2017
Félix López

Tenemos una sequía inmisericorde. Los campos están ocres o pardos, Los caminos polvorientos. La hojas de los árboles mueren clamando agua. Hasta las impertérritas encinas que clavan sus raíces en la profundidad de la tierra están tristes, con sus hojas perennes pasando del verde al verdeoscuro, lloran en silencio.

Pero todas las tardes soleadas el horizonte se enciende y las piedras de mi Salamanca abrazan esta luz de fuego. Solo mirando al cielo, nuestro mar castellano, el alma se serena, como decía Salinas. Con el ocaso del sol, el fuego y la luz se van apagando poco a poco y el universo empieza a cantar su misterio con la luna jugando entre las estrellas.

Los humanos, seres frecuentemente engreídos, dependemos de cosas tan ciertas como la lluvia, mientras nos azuzamos con sufrimientos absurdos, personales, familiares y sociales,. Entre estos últimos, estos días, con ideas ancestrales propias de la tribu nacionalista, de aquellos que diferencian entre ellos, los buenos, los pura sangre, los que no quieren contaminarse, ni sentirse iguales y solidarios con los demás. MI familia, mi tribu, mi pueblo, mi nación frente a los demás declarados extraños, malos, ladrones y peligrosos. Para el nacionalismo la frontera es esencial, diferenciando claramente dentro y fuera.

¿Y cómo el movimiento de indignados ha podido ser tan manipulado y maniatado como para defender la autodeterminación insolidaria y desigual? ¿Cómo cantar la internacional y defender ideas tribales y engañar a la población diciendo que solo quieren un referéndum? ¿Por qué no hablan abiertamente del supuesto derecho de autodeterminación? ¿Es que el referéndum es solo una oferta demagógica porque consideran que no lo ganarían?

Mientras nos ocupan en estos desatinos, debiéramos estar solucionando el problema del paro, las pensiones y el cambio climático.

Propongo que todos los que llegamos a final de mes, demos el 1%, al menos, esperando la generosidad de los más pudientes, para estudiar (por profesionales cualificados) el problema del agua y sus consecuencias, proponiendo soluciones técnicas que la administración del Estado pueda llevar a cabo, con la aprobación del Congreso o un referéndum.

¿Qué tierra queremos dejar a nuestros hijos y nietos?

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