La consecución de lo que se entiende convencionalmente por éxito empresarial o científico, ya sea individual o colectivo, se basa en factores diferentes de los que preconizan las teorías tradicionales. Estas se han fundamentado en el capital financiero, las infraestructuras y los equipamientos, la intensidad del trabajo y la dirección jerárquica. Me parece que el proceso hacia el éxito incluye otra serie de valores (en su mayor parte intangibles, flexibles y cambiantes) que propongo enunciar mediante la siguiente fórmula:
El éxito de una iniciativa (proyecto, organización o negocio) es proporcional a la aplicación de los siguientes factores:
1) creatividad (c), fruto de ideas (i) originales
2) conocimiento (c), que depende de la inteligencia (i)
3) curiosidad (c), inseparable de la imaginación (i) &
nbsp;
4) calidad (c), resultado de la investigación (i)
5) cambio (c), consustancial a la innovación (i)
6) crecimiento (c), relacionado con la inversión (i)
7) cultura (c), de integración (i) local o global
8) cautela (c), ante los imponderables (i)
9) casualidad (c), aprovechar los imprevistos (i)
10) comunicación (c), información e interacción (i)
Coinciden además estas siglas c-i con la abreviatura de coeficiente intelectual. Y es bien cierto que no sólo los individuos sino cada empresa u organización poseen un determinado grado de inteligencia distinto del de los demás.