OPINIóN
Actualizado 16/10/2017
Rubén Martín Vaquero

Los cantonalistas formaron juntas y abrieron un proceso revolucionario mezcla de socialismo utópico, democracia, igualitarismo comunista, anticapitalismo, anarquismo y federalismo. El más significativo fue el cantón de Cartagena que se hizo con el arsenal de la flota, formó un Gobierno provisional y declaró la guerra a Madrid y a Prusia. Otros cantones rompieron las hostilidades entre ellos, como Granada que levantó bandera de combate contra Jaén. A un paso del caos, Pi y Margall no se atrevió a usar la fuerza para reconvertir el desastre. Hecho nadie entre tanta frontera soltó los hierros del poder y se retiró.

No tardaron las Cortes en elegir nuevo presidente en la persona de Nicolás Salmerón, que ordenó al ejército terminar con la revuelta. Los militares emprendieron una campaña contra las "taifas", y las fueron devolviendo uno a uno a la legalidad republicana. Mas el problema cantonalista también precipitó la marcha del nuevo presidente. Salmerón había restablecido, sin convicción, la pena capital para poner fin a aquella torre de Babel, pero cuando llegó el momento de firmar dos sentencias de muerte, deudor de sus principios negó la firma y presentó la dimisión por motivos morales.

El último presidente de la República fue Emilio Castelar. Más autoritario y conservador que sus predecesores, su lema fue "Orden, Autoridad y Gobierno". Contando con el apoyo del ejército y de las Cortes terminó con la revolución cantonalista, excepto con Cartagena que resistía el cerco de las tropas gubernamentales ?su exceso recibía apoyo por mar-, ordenó un alistamiento general y obtuvo préstamos internacionales con los que armó al ejército y lanzó una ofensiva contra los carlistas. Sin embargo, cuando el dos de enero se presentó delante del Congreso, de mayoría federalista, a dar cuentas de su gestión, perdió la moción de confianza y se precipitó la noche.

La oposición conservadora y algunos militares temieron la vuelta del abismo federal y se sublevaron. El día cuatro de enero, cuando se votaba en el Congreso al nuevo presidente de la República, el general Manuel Pavía, demócrata y capitán general de Madrid, dio un relincho y ordenó a fuerzas militares bajo su mando que entrasen con sus armas en el hemiciclo, disolviesen las Cortes y sacaran con los pies por delante a la inerme República.


[1] Primeros socialistas o reformistas sociales que quisieron implantar sus ideas de organización social y producción colectivas, sueldos iguales, no a la explotación y a la miseria de forma pacífica y con expresa renuncia a la lucha de clases.

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