OPINIóN
Actualizado 14/10/2017
Juan Ángel Torres Rechy

Esto no es una columna.

Esto no es una columna. Eres tú.

Eres tú, que buscas lo que buscas, o que esperas lo que esperas

de mi columna. Eres tú. Con tu nombre propio.

Pero también soy yo, en pie sobre estos píxeles.

Eres tú al escritorio. Al ordenador. Al móvil.

En la Biblioteca de la Casa de las Conchas. En Shiquan Jie.

Con tu unicidad y tus circunstancias de piedra y oro.

Con tus asuntos pendientes. Como yo. Eres tú,

a quien yo me dirijo. Con respeto. Sin violencia.

Diálogo abierto al encuentro de misterios de dos mundos.

O abierto a las cosas de siempre. Siempre que nos vemos nos preguntamos

si hemos visto o si sabemos algo de Jerónimo. Cuéntame.

Cuáles son tus aspiraciones de hoy. Adónde quieres llegar cuando atardezca.

Qué puedo aprender de ti. Por qué te quieres independizar.

Por qué no te gustan los toros. Por qué te disgusta que a mí me gusten.

Yo tomó café por la mañana. Cuéntame qué es para ti el té Biluochun.

Por qué en los restaurantes de tu ciudad no hay postres.

Por qué no cierras a mediodía las puertas de tu casa. Dime, incluso,

quién soy yo para ti. Si quieres.

Qué serán mis datos generados en internet en el futuro.

¡Yo no puedo saberlo! Cuando cada uno siga su rumbo,

recuerda cómo sonaba el viento en las copas de los árboles

esta mañana, y no olvides que esta columna no era una columna.

Sino tú mismo. De frente a la intuición de un horizonte sin orillas.

Sin palabras.

14 de octubre de 2017

Suzhou, China

Juan Ángel Torres Rechy

torres_rechy@hotmail.com

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