OPINIóN
Actualizado 11/10/2017
José Amador Martín

Enrique, Mario? Buscadores de caminos, peregrinos hacia todos los sitios siempre hay lugares donde descubrir la belleza de las ciudades y sus gentes. Mirada callada y profunda de la fe y sueños bajo las estrellas? Córdoba, Barcelona, Santiago, Salamanca? Rutas que van de acá para allá , porque aquí y allí hay espacios qué descubrir.

Mientras escucho Nothing Else Matters, miro la ciudad, reflejada en los ojos llenos de vida de Ricardo y en las manos de Mario que trastea con su pequeña guitarra y , por un momento el bullicio de la gente se descubre como silencio al borde de la tarde de otoño, después, solo, camino por las calles y recuerdo dichos y hechos que martillean mi mente ocupada con la vorágine de mi trabajo.

El tiempo es para llegar a todos los sitios -dicen sus labios- porque un reloj parado a las once y media da lugar para todo aunque sean las seis de la tarde. La fuerza que les envía a conocer a las personas que primero curiosean en sus vidas y luego admiran sus vidas es la fuerza que da el vivir experiencias y hechos extraordinarios

Para ellos mi reflexión de hoy

Tarde de octubre en Salamanca, no calla el silencio de la luz. Estoy enamorado de la luz que me acompaña, del hilo frágil que une la sombra de sus muros y la claridad de sus cielos intensamente azules, esta ciudad, que a todos recibe, es para todos. Hay algo en su belleza que me hace indagar en mí mismo ¿Si su mirada no se dejase buscar en la mía, cómo vería yo?

Sus calles están llenas de música, sus mensajes cargados de un sentido oculto pues son el santo y la seña que abre y cierra las puertas de un laberinto del que no querría salir. Salamanca es eso, y también mi amor, la ciudad adquiere por un momento la hermosa figura de su alma transformada en cuerpo. En vano se puede guardar en Salamanca un secreto. Quien está enamorado busca un amor más profundo; quien no ama busca desesperado amar. Así los transeúntes que sin verla la tienen delante. Así nosotros perdidos buscándonos. Los recorridos son siempre a un lugar tan cercano que está en nosotros en nuestro corazón. Podemos ir a infinitos espacios, atravesar océanos, descubrir islas, hollar junglas remotas, fatigar estepas. Por mucho que anduviésemos nunca llegaríamos a nuestro destino de no haber llegado antes a nosotros mismos.

Hoy estamos aquí, es octubre en Salamanca, somos como sombras que se anudan en un mismo amor y no calla el silencio de la luz, ni la palabra que descifran sus muros ni la ciudad de cristal que emerge como de un sueño que retiene nuestro corazón.

El tiempo amontonado sobre escombros de melancolía a la vez que genera una ciudad eterna es capaz de generar sueños de futuro. El laberinto individual no es muy diferente al laberinto de la ciudad. En Salamanca, como en cualquier otra parte, es posible amar y soñar, mientras el silencio es la palabra de la luz, con ellas escribiré en las miradas que nacen de mis ojos. Si me quitan la luz escribiré con las tinieblas y la sombra se hará noche y silencio mientras el día de luz se nos revela como palabra y sueño.

Y, pienso y digo: buen viaje Amigos, habrá senderos en los que nos podamos volver a encontrar

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