OPINIóN
Actualizado 08/10/2017
José Antonio Mirón

Estamos asistiendo en estos días convulsos y trascendentes a conductas que pisotean los valores más importantes que tiene que tener una Sociedad avanzada y moderna como la muestra; por lo visto estamos en la adolescencia democrática y social cuando lo que leemos y vemos en los medios de comunicación y en las redes sociales son radicalismos y fanatismos frente al respeto a las diferencias de opinión y la diversidad biológica y social.

También es lamentable la utilización de los niños que son las nuevas generaciones de futuros profesionales y, que han sido manipulados por educadores y por sus propios padres al poner en valor las diferencias en lugar de razonar para comprender las diferencias y, poner en valor el compromiso social y la solidaridad entre los pueblos, cuando cualquier persona sensata sabe que somos dependientes unos de otros y, por eso vivimos en Sociedad para defendernos mejor de eventos y situaciones imprevisibles, como la enfermedad, los accidentes, la incapacidad, los terremotos, etc. Para eso nos damos y aportamos impuestos a la Seguridad Social.

Actualmente sólo se mira lo innovador y lo tecnológico para llamar la atención; pero hay poco pensamiento y reflexión crítica sobre la trascendencia de lo que decimos y hacemos. Por ejemplo, los esnobismos sociales, como los movimientos antivacunas que provocan nuevos casos de enfermedades ya controladas que supone una irresponsabilidad de los padres con sus hijos y, con la Sociedad al poner en peligro la Salud de sus hijos y la de sus amigos y compañeros. También la Salud Pública, la que ha conllevado muchos esfuerzos socioeconómicos y sanitarios para llegar a buena situación que disfrutamos en España.

Siendo consciente que los fenómenos sociales y sanitarios se deben a un sumatorio de causas y factores, me atrevo a decir que la causa primaria y, por lo que se está fallando, es por la Educación, en las familias, como unidad socializadora y, en los colegios como unidad integradora y herramienta que nos permite avanzar de manera social y, sostenible.

A este déficits hay que añadir la cultura social que se ha creado con los años y, que sus máximos responsables han sido los políticos, esos personajes públicos que entran en la vida pública diciendo que van a mejorar nuestras condiciones de vida y, se comprueba frecuentemente que es para tener una ocupación, que no tenían y, que sólo mejoran la suya. Pues bien, estos estadistas de bajo grado, han fomentado la cultura de mirar para otro lado, ante los problemas, las injusticias, las desigualdades, las corruptelas y las irresponsabilidades.

Esta cultura de mirarse sólo el ombligo predomina, hoy todos los ámbitos laborales y sociales y, por eso existen tantos acosos laborales, educativos y profesionales. Ocurre en los hogares, en el medio laboral y, en la Universidad donde la antigüedad sigue utilizándose para menoscabar Derechos fundamentales. Lamentable en una institución que es universal y, que es docente, educadora y formadora de los futuros profesionales.

En mi opinión, la existencia de esta cultura es posible por la falta de la valores y los principios fundamentales reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuya primera generación fomenta la Libertad, la segunda la Igualdad y, la tercera la Solidaridad y el Compromiso Social de las personas y los pueblos. Por tanto, no se puede meter la cabeza debajo de ala como los avestruces o cerrar los ojos y, no reaccionar ante injusticias y, ante las conductas de quienes pisotean los Derechos de las personas y, sobretodo, de los más vulnerables porque se trata de una irresponsabilidad ante los demás y ante la Sociedad.

Ya lo decía el dramaturgo alemán Bertolt Brecht "Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad". A lo que añado, y responder y actuar?

JAMCA

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