No es casual que se atribuya el origen de lo políticamente correcto al ámbito universitario, concretamente al de los Estados Unidos, donde ya en los años sesenta brotó una oleada de igualitarismo académico y mediático consistente en mirar con lupa hipotéticos agravios a las minorías, las mujeres, los negros, los sin techo, los minusválidos... En definitiva, para intentar que las palabras enmendasen lo que desde que el mundo es mundo vienen haciendo la Naturaleza y los seres humanos más o menos torpes o perversos.
En el mundillo académico, a priori cuna de la libertad y la apertura de mente, se perpetró la estupidez políticamente correcta en su variante cursi, remilgada y pusilánime de censurar el "Gaudeamus Ígitur". El "Gaudeamus", himno oficioso de las universidades occidentales, es una canción estudiantil de autor anónimo, se cree que del siglo trece, que comenzó a cantarse en universidades alemanas a mediados del siglo dieciocho reescrita por Christian Wilhelm con música de Johann Christian Günther. Y sí, por increíble que parezca, ha sido censurado. Desde hace unas pocas décadas ya no se canta una de sus estrofas primigenias, la que dice:
Vivant omnes virgines,
faciles, formosae.
Vivant et mulieres
tenerae, amabiles
bonae, laboriosae.
(Vivan todas las vírgenes
dispuestas, hermosas.
Vivan también las mujeres
tiernas, amables,
buenas y trabajadoras.)
¿Cómo podían tolerar los progresistas, feministas y demás istas que se elogiara a las mujeres vírgenes, dispuestas, hermosas, tiernas, amables, buenas y trabajadoras? ¿Que en algunos de esos epítetos cabe englobar a innumerables féminas, quizá la mayoría? ¡Y qué más da, seguro que eso es machismo y hasta ahí podíamos llegar! O sea, otra vez se salieron con la suya los progresistas, feministas y demás istas que avanzan como los cangrejos hacia la Inquisición y el burka intelectual.
Ilustración: Dibujo a tinta copia del grabado de Goya "Pobrecitas", por J. J. Muñoz