Coloquio sobre "El Pastor". Foto de Carmen Borrego
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CULTURA
Actualizado 26/09/2017
Redacción

Coloquio con el director y protagonistas de la película rodada en La Armuña

Un mes en la cartelera salmantina. Iba a ser un día de exhibición en Vialia? y si salía bien, toda una semana. Se llenaron dos salas, la semana se convirtió en un mes. Dicen que los salmantinos somos desagradecidos con lo nuestro, sin embargo, El Pastor ha roto los moldes. No solo vamos a ver una película rodada en La Armuña con actores nuestros a los que conocemos y queremos? sencillamente vamos a ver una buena película, a disfrutar con sus cielos infinitos, con sus personajes que nos presentan ese dilema moral con el que salimos del cine con el corazón encogido.

-¿Es verdad que el perro muere?

Un coloquio con Jonathan Cenzual, el director, el escritor, el camarógrafo exquisito de El Pastor es un regalo. Y si a su lado está Fede Sánchez su supervisor de guiones, su compañero en las tareas de escritura, su amigo, su compinche, mucho mejor. "Yo le doy la perspectiva desde fuera, trabajamos cada diálogo. Él me cuenta, yo le digo que sí que no y el guión va saliendo. Son muchos años los que nos conocemos, años de leer muchos libros, los mismos libros, de ver arte, cine, de hablar y hablar de todo esto. Detrás de un guión de Jon hay mucho, muchísimo trabajo. Todo el éxito de esta película es fruto de trabajo, de mucho, de muchísimo trabajo".

-Me gusta mucho el proceso de escritura, pero cuando empiezas a rodar, y todo cobra cuerpo, suena la música y funciona es mágico, por eso me dedico al cine. Con respecto a Anselmo, el Pastor, yo quería alguien que pareciera hecho de madera, alguien del campo, alguien como Miguel, con la pose que tiene. No se trata de un documental donde grabamos a un pastor real. Anselmo es una herramienta para contar la historia

Junto al director y a Fede Sánchez, destaca el perfil potente, el rostro cincelado de Miguel Martín. Curtido en el teatro salmantino, actor en películas como "Celda 211", Miguel decidió ser el pastor y ha construido el eje en el que se articula la película

-Esos diez minutos en los que el personaje apenas habla y se muestra su vida, nos enseñas el paisaje, su trabajo con las ovejas son lo más hermoso de la interpretación de Miguel.

Carmen Borrego no solo hace fotos esta noche, interviene, azuza a Jonathan desde el conocimiento de la película, incita al diálogo. Junto al director, Miguel Martín, el protagonista absoluto sonríe. "El valor del personaje es en gran parte del director, era él que construía cada escena. Yo decidí ser el Pastor y observé, hablé con muchos pastores, pero el mérito del personaje es de Jonathan que sabía a cada momento qué teníamos que hacer".

Junto a Miguel Martín, Pablo Málaga, maestro de actores, director teatral, aporta esa cercanía y ese afecto que hace de su personaje una pieza esencial en el desarrollo de la historia. El suyo no es solo un trabajo de interpretación, sino un ejercicio de reflexión acerca del trabajo en el teatro y en el cine.

-Yo creo que actuar en el teatro y en el cine son disciplinas distintas. El teatro es el aquí y ahora, una proyección de la voz, una gestualidad distinta. En esta película los actores, que somos gente de teatro, hemos sido muy disciplinados. Y hemos trabajado los personajes desde las dos únicas formas que se puede actuar: desde la imitación o desde el sentimiento. El director da las indicaciones, el actor, pone las intenciones.

Fue Pablo Málaga quien nos dio la definición más hermosa del trabajo de Jonathan Cenzual. De madre inglesa, viajero impenitente, el director es, para Pablo Málaga, un hombre de mundo con las raíces bien hundidas en una tierra, Salamanca, que conoce muy bien.

-¿Estás de acuerdo con eso, Jonathan?

-Lo bueno de viajar es tener un lugar al que volver. Lo bueno de viajar es que analizas de otra manera el lugar del que vienes. Lo ves de otra perspectiva. Y con respecto a lo que dice Pablo, a mí me gusta la naturalidad entre los actores, el diálogo que te puedes creer. Cada uno de estos personajes yo los he concebido como arquetipos, muestran al público un dilema moral, y la película tiene que acabar así, como acaban las cosas en la vida, como acaban los libros de Delibes? nos vamos preparando para el desenlace y ya. No hay nada más, solo el final.

En este coloquio, en este diálogo en Manolita Café Bar, esta casa acogedora no hay final. La historia de Anselmo nos ha tocado muy hondo, ahí donde duelen los cambios, donde el dinero y quienes manejan verdaderamente el poder nos convierte en títeres. Ahí donde una mina pervierte en el campo la relación entre las gentes. Un paisaje de cielos armuñeses recorre la historia, el drama catártico urdido por Fede y Jonathan en esas conversaciones donde la historia toma forma. La forma de la presencia rotunda del actor Miguel Martín. Colores que recuerdan a Caravaggio, interiores de pintura flamenca. Un perro que se hace el muerto, consciente de que participa en esta película sublime.

-Miguel ¿Has enmarcado el cartel de la película y lo has puesto en tu casa?

-Claro, en tamaño pancarta.

Estalla la risa en un auditorio entregado a una película. La noche cubre la piedra salmantina. Más allá, los cielos de la Armuña se acuestan sobre la tierra dispuesta al arado o a la pala, es el paisaje que habita Jonathan Cenzual.

Charo Alonso

Fotografía: Carmen Borrego.

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