De la misma forma que un caldo biológico de cultivo es un líquido preparado para el desarrollo y estudio de bacterias y otros microorganismos nocivos, también la nebulosidad social es ambiente propicio para el desarrollo de la corrupción y la demagogia, pues sin la colaboración popular no proliferarían corruptores, corruptos y demagogos, de la misma forma que no es posible la existencia de osos polares en zonas ecuatoriales, porque el hábitat natural para la supervivencia de tales mamíferos exige bajas temperaturas propias de las heladas zonas polares donde subsisten.
Es decir, no habría corruptores que corrompen, ni corruptos corrompidos, ni demagogos desarrollándose como hongos en otoño, si el ambiente social no les facilitara el crecimiento, como hacen las arenosas dunas del Sahara impidiendo que broten setas en ellas, porque tan nefastas actitudes estarían reprimidas y controladas si el clima social impidiera su crecimiento, rociando con spray moral hasta el último rincón, como hacemos en los hogares para exterminar insectos y roedores.
Resolveremos el problema cuando en la sociedad domine una cultura de honestidad, compromiso moral y ética social, lo cual no es previsible que suceda mientras tengamos grotescas princesas del pueblo, basura en los televisores batiendo records de audiencia, urnas con papeletas enlodadas, electoreros aplaudidos en las tribunas y ciudadanos vitoreando defraudadores a la puerta de los juzgados.
No cerraremos las vías de agua putrefacta ni sanearemos el espacio social público hasta que pasemos la bayeta por las papeletas, sellemos las grietas parlamentarias, pongamos ratoneras en despachos públicos y sacudamos juntos el polvo social con todos los ácaros que lleva dentro, en una isla desierta donde se extingan los demagogos, corruptos y corruptores.