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Emilio, el camarero, anda de lo más preocupado con Cataluña: que si el control de las cuentas, que si la asunción del mando de los mossos, que si?
Le interrumpo. Me aburro. Me aburro porque por repetir las cosas mil veces no van a dejar de ser preocupantes. Y me indigno. Me mosqueo, porque estoy convencido de que hay muchos intereses para que hablemos de Cataluña y sólo de Cataluña.
Y no me refiero únicamente a la imputación (otra vez) de la tesorera nacional del PP (que también), o al secreto dictado sobre los acuerdos de venta de armas a Arabia Saudí, una de las dictaduras más crueles del panorama mundial, sino que hablo de empleo, de paro? Y de siniestralidad laboral.
En 2016, los accidentes laborales crecieron un 8% en relación al año anterior. En el primer semestre de 2017, la siniestralidad con baja laboral (o muerte, que es peor), ha crecido 6%, que es mucho crecer. Muchísimo crecer.
Quiere eso decir, que mientras nuestras novias, esposas, hermanas, madres, hijas, amigas? Mientras nuestros novios, maridos, padres, hijos, amigos? Mientras miles de desconocidos sufren accidentes laborales (y cada vez más y más) alguien oculta la información detrás de una Cataluña que quiso hablar y un gobierno que, amparado en las leyes, le negó la palabra.
Le digo a Emilio, que esas mismas leyes obligan al Estado a convertirse en garante de nuestra seguridad, y no lo hace.
A lo mejor hay que intervenir al Gobierno para garantizar que la seguridad de las condiciones laborales? Y que todos los españoles tienen una vivienda digna? Y que los medicamentos llegan a cualquier hogar, con independencia de los recursos económicos del enfermo? Y que la sanidad vuelve a ser universal.
Me interrumpe Emilio. Están diciendo en la tele no sé qué de Cataluña. Las estrategias del Gobierno han funcionado una vez más.