OPINIóN
Actualizado 20/09/2017
Santiago Bayón Vera

Alternativas

Existe en España un gran número de infraestructuras lineales que están abandonadas, que pueden dejar de ser operativas en su actual uso, o que su limitada utilización actual las haga compatibles con usos alternativos, lo que representa un patrimonio de gran valor cultu­ral, integrado en su entorno y que es necesario conservar tanto por razones ambientales, como para futuros aprovechamientos.

Las cañadas, los ferrocarriles, los canales, etc.., constituyen un tejido verde que cubre toda el territorio español y, en algunos casos (las cañadas) son verdaderas autopistas para la fauna silvestre y para usos ganaderos integrados en la tradición y cultura de los pueblos. También son un elemento básico para usos ganaderos integrados en la tradición y cultura de los pueblos. También son un elemento básico para asegurar el contacto y disfrute de la natu­raleza por el hombre que cada vez lo demanda con mayor intensidad.

El uso de estas infraestructuras contribuye no sólo a la conservación de la naturaleza y a la mejora de la calidad de vida, sino también a la generación de bienes y servicios ambien­tales y de empleo y flujos económicos"

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El paso del hecho patrimonial a que este constituya un recurso es el paso de la cultura a la economía y para muchos son dos aspectos que no deben mezclarse. La opinión más obvia; aquella que surge de la aplicación de la antropología al desarrollo de los pueblos y en este caso a medio rural, es que el patrimonio cultural pude y debe constituirse en recurso económico, respetando todos los valores culturales y preservando su integridad.

La tradicional visión de que el medio rural se encuadra dentro del sector primario, en que este espacio se basa en actividades agropecuarias y forestales, se ha transformado en la actualidad cuando vemos nuestros pueblos ocupados por segundas residencias, visitados por turistas y añorado por los habitantes de las ciudades.

El medio rural y sus valores son en sí un recurso que hábilmente utilizado puede ser tan provechoso, como la cosecha de la remolacha o la venta de terrenos. Pero parece que la virtud es la de compaginar el sector primario con el de servicios (rentas complementarias) y obtener un pueblo que viva de la tierra, respetándola en todos sus aspectos y aprovechando recursos que anteriormente sólo se consideraban valores culturales.

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