La empresa 'inventó' está corrida que nació ya fracasada, porque ni al que asó la manteca se le ocurre un cartel de ocho toros sin que haya un acontecimiento especial
Acabó Alejandro Marcos de dar la vuelta al ruedo y la gente que aún quedaba en la plaza huyó de La Glorieta aterida de frío y a velocidad endiablada. Cómo si alguien hubiera gritado ¡fuego! despejándose en pocos minuto la explanada y dejando en la soledad la leyenda fundida en bronce de nuestros grandes toreros que representan la época más añorada del toreo charro. Nadie, ni tan siquiera los optimistas y soñadores, salían medianamente conformes de lo que ha sido una corrida confeccionada desde la soledad de un despacho y alejada de la realidad, por lo que estaba abocada al fracaso. Sin pulsar la opinión de la calle y el deseo del aficionado local, razón por la que desde el primer día pintó a tomadura de pelo. Encima, la empresa ?me imagino que sería la nueva, la de acento mejicana, porque si este esperpento lo hacen los otros sería imperdonable- 'inventó' está corrida que nació ya fracasada, porque ni al que asó la manteca se le ocurre un cartel de ocho toros sin que haya un acontecimiento especial. Y además sin adelantar el horario, razón por la que casi eran las diez de la noche, que se dice pronto, cuando el personal ?el que quedaba, también hay que decirlo- se marchó para casa o corriendo a las barras de los bares vecinos para aliviarse con un café. Fue la historia de un fracaso anunciado y como bien decía alguien a la salida "esto ha sido un empecho de tostón a la mejicana". Ye tenía toda la razón, pero del tostón que trajo la empresa por hacer un cartel de espaldas a la realidad y sin ningún interés. ¡Luego se quejan que la gente no va a los toros!
Y junto al deficiente planteamiento empresarial llegó el añadido con la corrida del Puerto de San Lorenzo baja de raza y con las fuerzas muy justas. Nada que ver con las históricos encierros presentados tantas veces por esta divisa, asentada en campos serranos de Tejeda y de Tamames, que ha llenado de trofeos las estanterías de la casa ganadera ?ahora, entre otros, me brota el recuerdo de 'Carcelero' o, más allá en el tiempo, de aquel 'Embajador' que nos levantó del asiento con la casta de sus embestidas-. Ojalá pronto recupere sus bríos para seguir emocionándonos con su bravura. Y es que ayer fue el garbanzo negro con la poca raza que presentaron, junto a la falta de fuerzas contra la que, en mayor y menor medida, se estrelló el cuarteto actuante, aunque se cortasen orejas, que eso es lo de menos, aunque el 'sistema' se empeñe en darle tanto valor. Porque las orejas se las lleva el viento de la memoria; mientras que el arte natural del toreo tiene eco en la eternidad.
Javier Castaño llegó erosionado por el dolor de una reciente y molesta cornada en Navaluenga, con la herida en el cuello aún abierta. Estuvo por encima de su lote, con su reconocido oficio y enorme profesionalidad, dejando detalles sueltos de su torería ?los pocos que le permitieron- . Antes de matar a su segundo se resintió del percance y fue auxiliado por sus compañeros, hasta que una vez acabada su labor pasó a la enfermería. Mala suerte para Javier en esta tarde, cuando tanto merecía un campanazo en casa este torero tan honrado, tan grande y tan señor.
Joselito Adame cortó una orejita al primero tras salir dispuesto en un trasteo donde calentó al personal con unos jaleados pases del desprecio cerca de toriles, terrenos donde se había aquerenciado el toro, al que mató con facilidad ?por cierto, en esta feria, por regla general se está matando con mucho decoro-. En su segundo, al que le dio un puyazo de categoría Óscar Bernal, el magnífico picador de Retortillo, se fue inédito tras un largo trasteo marcado por la sosería del toro y un molesto calamocheo que le impidió sentirse e interpretar su personalidad.
Quien dejó notas de sabor y a punto estuvo de lograr un triunfo grande fue el pequeño de los Adame, Luis David, cuyo concepto cayó de pie en su presentación en Salamanca. En su primero sorprendió por su buen gusto con el capote lanceando a la verónica. Banderilleó con decoro y comenzó la faena de muleta con pases cambiados en la boca de riego que llegaron mucho al público. Sin embargo, la poca codicia del toro marcó un trasteo rematado con una serie de manoletinas antes de estropearlo todo con el acero. Se quitó la espina en su segundo, que brindó al público una faena que inició junto al tercio ganando terreno a los medios para plantearla allí. Enseguida surgió una buena serie sobre la diestra con mando y mano baja, como anticipo de otros momentos de arrebato en un interminable trasteo firme ante otro toro desclasado. Lo pasaportó de una estocada tirándose con toda la fe. Una oreja, que de por sí valía una oreja. Pero entonces la gente se volvió loca y, lo mismo para espantar el frio, no dejó de pedir. Ahí estuvo bien, en esta ocasión, el palco. Después al torero lo obligaron a dar dos vueltas al ruedo y él tan contento.
Alejandro Marcos fue otra víctima de este empacho de tostón a la mejicana. En su primer año de matador y con tanta novedad hubiera merecido un cartel más digno. Su primero carecía de fuerzas y perdió las manos en los compases iniciales de la faena muleteril. Se repuso y logró una buena serie sobre la izquierda, que fue el cénit de su trasteo. Al intentar matar sufrió una voltereta tras resbalar la espada con un arpón, después llegó un pinchazo hondo y cinco descabellos. Al finalizar su labor, Alejandro Marcos pasó a la enfermería para salir a matar al octavo. A ese último, al 'cierraplaza' que cerró la insufrible corrida al que recibe con un bello saludo, antes de que se aquerencia en toriles. Tras brindar al público tuvo un aceptable comienzo, aunque pronto el toro volvió a cantar su mansedumbre. Buscó faena el de La Fuente e incluso dejó varios parajes rubricados con el sello de su arte. Mató de pinchazo y estocada perdiendo la muleta y le dieron una orejita, que al menos sería un dulce en tarde de amarguras.
Porque este tostón a la mejicana que nos 'regaló' la empresa sin contar el deseo del público, a la larga no provoca más que la Fiesta siga sangrando por la herida de la desidia y la dejadez.
FICHA DEL FESTEJO
En tarde fresca ?que acabó en gélida noche- y con escaso un tercio de entrada Toros de Puerto de San Lorenzo y uno de La Ventana del Puerto (5º bis), bien presentados pero justos de raza y fuerza.
Javier Castaño: Ovación con saludos tras aviso y silencio tras aviso
Joselito Adame: Oreja y silencio tras aviso
Luis David Adame: Vuelta al ruedo y oreja con petición de la segunda.
Alejandro Marcos: Ovación con saludos tras dos avisos y oreja
Cuadrillas: Tras las banderillas del segundo, se desmonteraron Sergio Aguilar y Fernando Sánchez; y tras el séptimo, Miguel Martín.