OPINIóN
Actualizado 15/09/2017
Eutimio Cuesta

Dejé los campos con sus barbechos, con sus espigaderos sazonados y con sus pajas cortadas a cepillo; y los zarzales; y las alondras; y los chinarros de los caminos y los senderos desenderados, sumidos en el silencio y la soledad, sin extrañarse pues, como ya es costumbre desde que la modernidad enterró el arado, la hoz, la barcina, el trillo y los aperos todos.

Y me volví a la ciudad, y me he enterado de que está en fiestas, porque la he encontrado poblada de casetas por todos los sitios. Antiguamente, sabía de las fiestas de Salamanca, porque se poblaba de espectáculos con compañías de teatro, con la llegada de Zori, Santos y Codeso, de Lina Morga, de Rocío Jurado, de Farina en el Coliseo, y de los tíovivos y de las charangas, que no paraban, y de los gigantes y cabezudos, de los corrillos de ganaderos y aficionados taurinos en los Escudos y soportales, y de la salida de los toreros del gran hotel, y por los corros de paisanos de nuestra provincia, que abrían sus fiambreras y la espita de sus botas, en La Alamedilla, antes de emprender su camino hacia la plaza de toros, porque, en Salamanca, igual que, en todos los pueblos, si no hay toros, no hay fiesta, y nadie se conforma solo con el baile, ni con la misa, porque los mozos no la precisan.

Y es tan importante el toro en la fiesta, que nuestra gente ha dejado grabada su imagen en cualquier artilugio, que salía de su ingenio y de sus mañas, como podemos contemplar y admirar en la exposición "Taurografías, tradición, identidad y toros", organizada por el Instituto de las Identidades, de la Diputación de Salamanca.

Y, de la muestra de "Taurografías", me eché a la calle en busca de las fuentes donde beben todas estas contiendas populares, sacras-cultuales y festivas, que tienen como protagonistas protector el toro.

Toros, mitos ancestrales ligados a lo bravo.

El toro ocupa un lugar destacado en la mitología de muchos pueblos del Mediterráneo. Dioses, como Aqueloo (dios del río) y Júpiter, adoptaron la forma del toro. El toro ha sido objeto de sacrificios rituales y, también, por su fuerza y violencia, contrincante de héroes como Hércules o Teseo. En las religiones iberas primitivas, tuvo, desde siempre, un lugar destacado.

El primer mito táurico de la península Ibérica procede de la cultura de Tartessos, y de su mítico rey, el tirano Gerión, del que se dice que poseía inmensos rebaños de vacas, toros y bueyes, que pastaban a orillas del Guadalquivir. Para librar esta región de las humillaciones a que Gerión la sometía, Osiris vino de Egipto, de donde se cree que proceden los primeros toros negros, y lo derrotó y destruyó. Los Geriones, hijos del tirano, se vengaron de su muerte, mandando asesinar a Osiris en su país de origen. Un hijo de éste, el Hércules Egipciaco, viajó hasta Iberia (España), según una tradición, que, con una base de culto religioso, mezcla y confunde a éste con el Hércules de los griegos, el que limpió los establos de Augias y llevó a Tirinto el toro de Creta, que Poseidón había regalado a Minos.

Otros mitos griegos repiten la figura del toro. Zeus se convierte en toro para raptar a Europa. Pasífae hizo que Dédalo construyera una vaca, en la que se introdujo, para colmar sus deseos de ser poseída por el toro. De su cópula, nació el Minotauro, señor del laberinto, al que mataron el valor de Teseo y la astucia de Ariadna.

En el pasado de España, desde los iberos y tartessos, el toro ha desempeñado un papel importante en la imaginería religiosa de los pueblos, que la han habitado. Multitud de figurillas de bronce, halladas en el Levante español, así lo confirman. La influencia griega, de origen micénico, dio lugar a la producción de las célebres bichas, así como la Balazote.

Más tardío, de indudable presencia, aunque discutible en cuanto afecta al posterior desarrollo de lo taurino, fue el culto, de origen indoario, a Mitra, cuyo principal episodio biográfico fue su duelo con el toro, al que consiguió someter cogiéndolo por los cuernos y hundiéndole una espada o un cuchillo en el costado.

Del cuerpo del toro, surgieron el trigo y la vid, y, de su simiente, todas las especies de animales útiles.

El toro, padre del Minotauro

Se trata de una leyenda, procedente de la civilización cretense, cultura que se desarrolló doce o trece siglos antes de Cristo en la isla de Creta, y que tiene que ver con el toro, protagonista de nuestra fiesta. A través de esta leyenda, nos hemos enterado de que, al toro, se le consideraba un animal sagrado por sus conocidas virtudes de nobleza, bravura y fertilidad, atributo éste que dio origen a la venida al mundo del "Minotauro", monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre.

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