¿Y si la independencia viene por la intransigencia de la derecha...?
Estas semanas estamos asistiendo a un proceso sin precedentes en la historia reciente de España y muy interesante desde el punto de vista del constitucionalismo liberal. Un pueblo, en este caso una nación, o cuanto menos un territorio que supone una realidad histórica particular, Cataluña, se declara en rebeldía respecto del Estado español e inicia un proceso constituyente que, de producirse, culminaría con la independencia de Cataluña, configurada como nuevo Estado. Dicho proceso constituyente es la expresión más pragmática de la soberanía popular de un pueblo, y más cuando se trata de la construcción de un Estado con más garantías de igualdad constitucional para sus ciudadanos y para sus ciudadanas: el republicano. Y esto es así, le pese a quien le pese. ¿Acaso alguien de izquierdas puede oponerse a esto? ¿No soñamos casi todos y casi todas con el día en que la tricolor vuelva a ondear en los edificios oficiales? Pues bien, y a pesar de las advertencias de la derecha de que el gobierno de las izquierdas rompería la unidad de España, parece que está sucediendo precisamente lo contrario, y es la intransigencia de la derecha la que está acelerando este proceso.
La cuestión social es otra cosa, pues esta se dirimiría en Cataluña entre la hegemonía que pudiera lograr ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) respecto del nuevo PDeCat (Partit Demòcrata Català), antigua CiU (Convergéncia i Unió), heredero de las peores mañas del pujolismo y la corrupción que su modelo de política ha representado durante los años de gobierno del bipartidismo (PPSOE). Estos dos partidos, agrupados en torno a la plataforma Junts pel sí tienen la mayoría de los escaños (61, siendo la mayoría absoluta de 68). Reducir las aspiraciones independentistas a las prácticas políticas de CiU es una simplificación burda que utilizan todos aquellos otros partidos políticos que no se quieren mojar, o que lo hacen de parte del statu quo que representan el Estado español, la constitución de 1978 y la Monarquía borbónica (pues este pack, lo queramos o no, viene de manera conjunta), especialmente el PSOE (puesto que la postura de Ciudadanos pocas veces difiere en sus aspectos esenciales de la del PP). Pero también Unidos Podemos, representados en el Parlament en la plataforma Catalunya Sí que es Pot (y compuesta por Barcelona en Comú, Podemos, Izquierda Unida, Equo y otros), representando el papel de perro del hortelano en esta compleja comedia y no sin fuertes divisiones, enfrentamientos y contradicciones entre sus bases. El único partido, por tanto, que representa las aspiraciones de la clase trabajadora de manera más clara en Cataluña son las CUP (Candidaturas de Unidad Popular), tan denostadas desde la denominada prensa del régimen, pero también desde distintas plataformas coordinadas por esta izquierda institucional en que se está convirtiendo Unidos Podemos. Sobre las CUP, resulta difícil recibir alguna información veraz de lo que es y de lo que representa. Parece que el seguimiento que está haciendo el diario de contra-información Kaosenlared es bastante decente, por si alguien quisiera ampliar esta información.
En todo caso, la constitución de una hipotética república catalana en función de la actual representación en el Parlament, con una mayoría de partidos "progresistas" (incluyendo la plataforma Catalunya Sí que es Pot) frente a los partidos "conservadores" (PPSOE y su apéndice Ciudadanos) nos hace ver con buenos ojos el proceso que inicia el pueblo catalán. ¿Por qué iban a tener que esperar para conseguir mejoras sociales frente a regiones en las que no existe una cultura democrática tan rica, como puede ser Castilla y León? ¿Por qué someterse al bipartidismo que representan PPSOE en el interior de la península o a los treinta años de gobierno del Partido Popular en Castilla y León y que no han conseguido más que envejecer a la población y expulsar al exilio a sus jóvenes, cuando no a vivir en una situación de absoluta precariedad? ¿Por qué aguantar la intransigencia que representan los partidos del régimen como PPSOE o Ciudadanos y a los que no se vota de forma mayoritaria en Cataluña? ¿No creen que tengan cuanto menos algunas razones para exigir que se les tenga en cuenta?
Por mi parte, espero que la presente reflexión ayude en la comprensión de la compleja situación que se vive en Cataluña, puesto que me estomaga alguna información de la que recibimos a través de los medios de comunicación, así como algunos comentarios escuchados en los bares. Las cuentas que nosotros debemos exigir aquí al Partido Popular son los 60.600 millones de euros perdidos por el rescate a la banca (el 80% del dinero inyectado en los años de la crisis) mientras recortan servicios públicos y nos quitan derechos sociales como el derecho a la huelga. También debemos exigirles los casi 4.000 millones de euros que costará el rescate de las autopistas, un servicio público privatizado que comenzaremos a pagar en 2018. Debemos de exigir que se investiguen las causas de corrupción como la trama Eólica, que apunta a la implicación de importantes cargos del PP en la comunidad como el alcalde de Salamanca, el señor Mañueco. Debemos de respetar los recursos de nuestra comunidad y de nuestra provincia e impedir que una multinacional australiana, con capital del emirato de Omán, Berkeley, destruya el campo charro construyendo una mina a cielo abierto de uranio en Retortillo. Debemos de procurar que respeten la Ley de Memoria histórica y el derecho al reconocimiento de las víctimas de la dictadura franquista. Pero sobre Cataluña... sobre Cataluña cuanto menos debemos de respetar y aprender de su lucha. Si nos pareciésemos un poquito más a los catalanes y a las catalanas, puede que no nos fuese tan mal. Y si todo fuese una cortina de humo, son ellos y ellas quienes deberían de advertirlo.