OPINIóN
Actualizado 13/09/2017
José Amador Martín

En mis recorridos reales e imaginarios por la ciudad me doy cuenta del gran misterio que es. En ella la transparencia está más allá de nosotros mismos, por eso el oficio del poeta permite que acontezca la transparencia, asimismo llegar a ella implica el haber atravesado la oscuridad.

El poeta como persona y como ciudadano tiene responsabilidades, su tiempo y la historia están presentes en su creación. Como sujeto tiene creencias que afectan su percepción, como artista debe reconocer que su voz es pública y, quizá, en ello estriba su responsabilidad: ser una voz significa que los otros reciben sus palabras y que, muchas veces, pueden tomar la verdad o el engaño implícito en ellas como algo absoluto.

Pero, ni la responsabilidad ni la necesidad de representar esa voz, está dentro de las preocupaciones poéticas de muchos autores. Sin embargo, creo que la poesía puede arrojarnos una dosis bastante significativa de esperanza, porque la poesía ofrece la posibilidad de escucharse y de contemplarse interiormente, aunque claro, para ello se requiere de un gran esfuerzo.

La poesía a veces viene acompañada de algún suceso, otras bajo la música de las palabras o en la resonancia de la memoria; me emociona que la poesía nos sorprenda: porque ella, como la ciudad está ahí, sucediendo todo el tiempo. Entonces escribo, pero a veces no lo hago y me quedo contemplando, luego todo pasa y el poema me espera por algún tiempo, la fotografía entonces se hace testigo de la situación y de la contemplación y la mirada se hace camino en el que debo andar para llegar al poema. Luego, quisiera creer que el lector da vida al poema y hace que en su interior suceda la poesía y que entonces se mantenga viva.


Cada poema y cada autor son distintos. Me gusta pensar que es asunto de pulsaciones y emociones. Sin duda hay elementos que aparecen constantemente en la manera en que se entiende el fenómeno de la poesía. Para mí los elementos físicos tienen un peso muy importante al escribir, la luz permite sentir la transparencia.

Se hace necesario purificar el mundo, tengo la certeza de necesitar del silencio y lo busco, también trato de no producir demasiado ruido. Ahora, no cabe duda que la especie humana lo produce en grandes cantidades. Por otra parte, no hay que olvidar que existe una forma del silencio que oculta en realidad un grito, otra que se aproxima más a la indiferencia (esta es la más común entre la gente); a mí me interesan, dos formas de silencio: la que está en el origen de mi visión de la ciudad y que se convierte en el aliento del poema, y el silencio que se requiere para contemplarla.


Me pregunto si en ti la transparencia huye
en tus formas etéreas. Busco las miradas
que rozan los paisajes ocultos de tu cuerpo,
líneas inmateriales que traza la luz de cada día.

Te percibo toda mía, y para mi eres,
cuando está amaneciendo y en mi sueño
te siento como poseída de ángeles

que te llevan más allá de la luces del alba



Eres casi transparencia del tiempo,

unos pasan de largo, otros suspiran,
y eres un preciado perfil de fantasía

Quiero que al tiempo todos puedan verte
destruir los muros en los que escucho el canto,
de tu máxima expresión eterna y pura.

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