Toño Blázquez en el homenaje a Alipio Pérez Tabernero, recientemente fallecido, junto a su esposa María Lourdes Martín, su hijo Alipio, el crítico taurino Vidal Montero, el matador de toros Rui Bento y un aficionado francés


FERIA DE SALAMANCA
Actualizado 12/09/2017
Toño Blázquez

"Aquellos años 80 disfruté mucho metiéndome en todos los jardines taurinos locales, de todos escribía sus noticias profesionales"

Había otros dos sistemas para entrar en la plaza de toros por la cara. Uno era gateando por la pared hasta el balcón que da acceso al pasillo pórtico de los tendidos y andanadas, cuestión esta para la que yo no estaba diseñado especialmente. Y otro metiéndose por un enrejado. Los colegas decían: "si metes la cabeza te entra todo el cuerpo." Yo tenía serias dudas para poner en práctica esta tarea. Me parecía peligrosa y cuando lo intenté y me vi morir, decidí que mi afición a los toros no valía tanto.

Total, que fue pasando el tiempo y mi afición no sólo no decayó sino que fue en aumento. Empecé a escribir sobre todo lo relativo a la fiesta y leyendo a los comentaristas y críticos taurinos fui aprendiendo el lenguaje taurino, la jerga. Escribí mucho sobre el desarrollo de las vulgares fiestas taurinas, las capeas, las becerradas; empecé a hilvanar croniquillas con estructura literaria ordenada y así, poco a poco, fui profundizando en el ajo taurino.

Necesitaba un medio de comunicación donde volcar aquellos primeros desahogos literarios. Y me fui a ver a Carlos Manuel Perelétegui, crítico taurino muchos años de El Adelanto. Fui a su trabajo, a su casa, a llevarle siempre escritos para que me los publicara en sus páginas y le pedía consejo. Un tipo muy alto, tan alto como generoso lo fue conmigo, siempre le estaré agradecido. Me apenó mucho su muerte. Así fui abriéndome cacho. Estuve un tiempo en La Gaceta donde estrené una sección llamada "La andanada del maletilla".

Y luego volví a El Adelanto para poner en práctica una idea que me rondaba desde hacía años: escribir una breve sección diaria sobre tema taurino titulada "Torodiario". Pero claro, una cosa es lo que tú piensas hacer y otra lo que te dejan hacer, que es bien distinto. Creo que fueron un par de años los que estuve escribiendo casi a diario (el casi es porque no dejaban más) una columna. Algo de lo que me siento especialmente orgulloso porque supuso un reto literario que yo asumí (visto desde hoy) con pasmosa facilidad. A pesar de que lo hecho, hecho está, lo cierto es que la dirección apenas lo tomó en cuenta.

Aquellos años 80 disfruté mucho metiéndome en todos los jardines taurinos locales. Me encantaba ir al campo, a ver las vacas, las camadas de toros, hablar con los vaqueros: también yo quería torear y me iba a alguna que otra capea a ponerme delante para sentir lo que sienten (o algo similar) los toreros.

En Candelario fui de capeas, en Macotera. Tengo un puntazo en la ingle por curiosón. Hacía muchas fotos allá donde iba y me relacionaba mucho con novilleros y matadores de mi generación: "Cesterito", Julián Guerra, Paco Mena, Tomás Pallín, Sánchez Marcos, Rui Bento, José Luis Ramos, Jorge Manrique y un montón de becerristas, gente muy joven de la Escuela Taurina: Boni, Arturo Martín, Julio Norte?.

De todos escribía su actualidad, sus primeras noticias profesionales. Y un día conocí a un tiarrón de metro ochenta. Venía de Valladolid y enseñándome en librillo de la Unión de Ganaderías me dijo: "quiero hacer esto en video". Mañana les cuento más.

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