En primer lugar dar las gracias a los artistas que nos han amenizado. Diables rojos, batucada Blocco Charro y chicos de la Casa Escuela Santiago Uno. Dar las gracias también a los miembros del Ayuntamiento que apuestan por una Ciudad Abierta.
Esperemos que este término no sea una máscara sino que realmente se permita que no siempre hablen los mismos y se escuche realmente a la gente de la calle.
Hoy hemos disfrutado de un maravilloso pasacalles en que la música de los tambores y la luz del fuego despertaba y aturdía a los caminantes.
Hay que ser conscientes de la riqueza de la diversidad y del peso de la historia en una ciudad como Salamanca a la que algunos llamaron ciudad de adivinación, aquí programó Colón su viaje y aquí, la "latina" fue la primera mujer universitaria del mundo".
Aquí se ha invitado a los colectivos de Salamanca a hacer peñas y eso que yo este verano lo he sufrido con mis hijas adolescentes. Pero es importante identificarse y convivir con alegría y respeto. Tenemos que participar de la fiesta para mezclarnos y declararnos mestizos, acogedores para todas las culturas y sin restricciones. Cuando avanzábamos por el puente romano se simbolizaba facilitar el paso a quien viene del otro lado del río, a cruzar una ribera que es un ecotono, un espacio frontera lleno de alisos, sauces, chopos, etc. Un bosque de galería donde descansan las aves migratorias y por cierto a la que deberíamos cuidar mejor.
Este pasacalles es una invitación a cultivar pasiones de forma sana, a que toda la ciudad sea una escuela de iniciativas para los jóvenes y que los adultos se erijan maestros a pleno tiempo para sus hijos. Hace ya mucho tiempo que en la casa escuela Santiago Uno invitábamos a "dejarse preguntar" a educadores de la calle.
Aquí en esta plaza Anaya, con la suntuosa catedral, el palacio, la iglesia de San Sebastián, los cedros, magnolio, cipreses y sequoya, apostamos por una Salamanca más plural en que olvidamos los prejuicios para ampliar las oportunidades y un ejemplo del beneficio son estos chicos y chicas de Santiago Uno de los que tan orgulloso me siento después de su solidaridad mejorando escuelas en Marruecos, estando disponibles para colaborar en la ciudad y siendo soberanos de su propia vida escalando caminos algunas veces perdidos.
No puedo despedirme sin hacer alusión a los grandes profesionales que hay en los distintos ámbitos en la ciudad y en este caso me refiero al hospital de Salamanca que aunque las obras van despacio, yo les debo la vida al servicio de cardiología. Esa experiencia de muerte me lleva a valorar más la vida y las celebraciones. Pero lo más importante es que me ha acercado todavía más a los " invisibles" de las ciudades a los que no vemos cuando nos endiosamos entre nuestras comodidades. Los ancianos, los excluidos, los enfermos, etc.No permitamos que haya rincones oscuros en esta ciudad y que siga el fuego y la música.