OPINIóN
Actualizado 05/09/2017
Isaura Díaz Figueiredo

La celebración de la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es conocida en Oriente desde el siglo VI.

El 8 de septiembre, día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición de María el 15 de agosto. En Occidente fue introducida sobre el siglo VII y es una de las cuatro principales fiestas en honor a la Santísima Virgen María de las cuales el Papa Sergio I organizó una solemne procesión que salía de la iglesia de San Adriano en el foro romano y terminaba en Santa María Mayor, donde se celebraba la Misa.

El Evangelio no data el nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algunas, consideran a María descendiente del Rey David, señalan su nacimiento en Belén.

Otra corriente griega y armenia, señala Nazaret como cuna de María.

Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en Oriente y probablemente en Jerusalén. En el siglo V existía en Jerusalén un santuario mariano ubicado junto a los restos de la piscina Probática, osea, de las ovejas.

Debajo de la hermosa iglesia románica, levantada por los cruzados, se hallan los restos de una basílica bizantina y criptas excavadas en la roca que parecen haber formado parte de una vivienda que según la tradición se cree es la casa natal de la Virgen.

Está fundamentada en los Evangelios Apócrifos, el llamado Protoevangelio de Santiago (siglo II), expresa con convicción que Joaquín, el padre de María, era propietario de grandes rebaños de ovejas. Estos animales debían ser lavados en dicha piscina antes de ser ofrecidos en el Templo.

La Virgen María nació en Betsaida un suburbio de Jerusalén, cerca de una famosa piscina curativa llamada Probática, notable por sus arcos, próxima a la Puerta de las Ovejas, al noreste, dentro de la muralla de Jerusalén.

La Virgen nació en el año 16 antes de la Era Cristiana y murió en Jerusalén en la casa de San Juan Evangelista en el año 48 de la Era Cristiana a la edad de 64 años y la causa de su muerte fue el ardoroso amor de Dios y del vehemente deseo y contemplación intensísima de las cosas celestiales

María tenía 15 años de edad cuando nació Jesús según el Protoevangelio de Santiago, sin embargo según los años en que gobernaron los césares, hay una diferencia de 4 años, por lo que Jesús habría muerto a la edad de 37 años y no a la de 33 años.

No obstante el día y año del nacimiento de María, como el de tantos personajes que no gozan de su importancia, es lo que menos importa, lo realmente interesante, es qué a nuestra partida, dejemos estelas por donde puedan caminar generaciones futuras, y María con creces derramó Luz a su paso en carne mortal por éste mundo.

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