OPINIóN
Actualizado 27/08/2017
@santiriesco

Siempre quise ser periodista. Y misionero, que viene a ser igual de vocacional y con un sueldo parecido. Recuerdo a mi padre trayéndome periódicos de todo el mundo. Se los pedía a las azafatas de los aviones que aterrizaban en Barajas. Trabajaba en el aeropuerto embarcando y desembarcando pasajeros en una "jardinera". Antes no había "fingers". Era el inicio de los ochenta y yo coleccionaba "manchetas" de prensa, cabeceras. Los tenía de todo el mundo. Además de estos diarios impresos en lenguas desconocidas y alfabetos exóticos mi padre traía el periódico nacional del que era asiduo lector. Y siempre, con tono solemne y como queriendo convencerme, me decía lo mismo: "El único que cuenta lo que otros callan". Pero a mí de ese periódico sólo me gustaba la grapa.

Ahora que he sido misionero y trabajo como periodista contando lo que viven lo que yo vivía, me doy de bruces con los hechos. Y sé que para acercarse un poco a la realidad no basta con leer un par de periódicos, escuchar varias emisoras, olvidarse de la tele y navegar por media docena de páginas web. Ni de lejos. En nuestro país las empresas de comunicación han olvidado su función de servicio público, de informar, y se han centrado únicamente en la parte empresarial, en los beneficios económicos. Para ello no es tan importante la verdad como generar audiencia; que pinchen en la noticia de la web aunque sea mentira, que compren el periódico por la ideología aunque no lo lean, que escuchen la radio por los gritos aunque no se entienda, que se mantengan frente al canal de televisión aunque sólo muestren inmundicias.

Es tal la manipulación que resulta imposible hacerse una composición de lugar aproximada sobre el estado real de nuestro mundo. En España el CIS desvelaba que los temas que más preocupan a los españoles no aparecen en la agenda de los medios. El paro, con un 71,2%, es el principal problema y, sin embargo, ni es el centro de las tertulias, ni de los análisis, ni de los reportajes. Nada. Se dan las cifras una vez al mes y pasa página. El segundo y el tercer asunto destacados en el último barómetro se refieren a "la corrupción" y "el fraude" que, unidos a la "clase política", son los cuatro principales problemas que preocupan a los españoles. Sin embargo las portadas de los grandes medios y los principales asuntos tienen que ver con la independencia de Cataluña, el Real Madrid, lo que sucede en Venezuela y la violencia de género. Asuntos que no se encuentran entre las preocupaciones reales de la gente.

No es fácil encontrar información sobre lo que está pasando. Lo sé. Lo sabemos. El enfado surge cuando te encuentras con datos realmente significativos que han pasado desapercibidos para los ciudadanos. Cifras realmente asombrosas de las que nadie habla porque los dueños del dinero silencian a los medios de los que son dueños. Dos ejemplos para que se intuya la gravedad del asunto:

El primero. En lo que llevamos de 2017, en estos ocho meses, van 300 obreros muertos en España por accidente laboral. Como si no fuera una auténtica masacre. Morir en el tajo, en España, es un asunto clandestino. Que no interesa.

Y el segundo. En el mismo periodo de tiempo se han suicidado 39 agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Cada semana se quitan la vida uno o dos policías. O militares. Pero nadie dice nada. Ni siquiera el INE que ha dejado en 2016 de ofrecer datos sobre suicidios porque eran absolutamente escandalosas. Se trata de la primera causa de muerte no natural en nuestro país. Muy por delante de los fallecidos por accidente de tráfico. Pero es tabú. Tampoco interesa.

Muertes silenciadas.

Ninguna explicación.

Ningún responsable.

Sigamos hablando del Real Madrid, de Venezuela, de Cataluña y de la madre que os parió.

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