OPINIóN
Actualizado 27/08/2017
Redacción

Es como si quisieran secar el alma de Europa. A base de terrorismo y de miedo. Como si quisieran eliminar cualquier atisbo de civilización e instaurar una barbarie ciega y monstruosa. Y, frente a tal tenebrosa e inquietante perspectiva, que han tratado de escenificar estos pasados días en Barcelona, hemos no solo de rechazar y condenar cualquier uso de la violencia y del terror, rechazables y condenables siempre, sino vivir sin miedo.

Porque el miedo seca el alma. Y es lo que quieren: secar el alma de Europa, el alma de París, el alma de Londres, el alma de Barcelona, el alma de todos los ciudadanos.

Porque el alma de Europa, sus grandes aportaciones a la humanidad, es el clasicismo, el humanismo cristiano, los valores de dignidad y tolerancia o también esos otros que puso sobre el tapete de la historia la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad), los derechos humanos, la democracia representativa, la división de poderes del estado, las grandes aportaciones ilustradas, románticas y contemporáneas? Para qué seguir. Las indicadas y otras más son las aportaciones que han ido configurando el alma de Europa.

Y es lo que quieren secar, lo que quieren erradicar, lo que quieren atropellar. Por ello, hoy, con mayor conciencia, hemos de abrazar y defender todas las grandes aportaciones de Europa a la humanidad. Y ser consecuentes con ellas.

Barcelona es una de las más hermosas ciudades europeas. Su historia, su patrimonio nos hablan de esas decisivas conquistas humanas que han ido dando como resultado todos los logros europeos que acabamos de indicar.

Defender Barcelona, vivir sin miedo, defender el alma de Europa e impedir que perspectivas monstruosas la sequen, la aniquilen, es defender esa perspectiva humanista que nos civiliza a todos.

Vivir sin miedo siempre. Porque el miedo seca el alma. Y es lo que estos pasados días ha tratado de conseguir ?ojalá que inútilmente? esa acción monstruosa de la violencia y el terror, contra los que siempre hay que estar, sin ambigüedades de ningún tipo.

El alma de Barcelona sigue viva, pese a tanto sufrimiento y a tanto dolor a que ha sido castigada. Todos, hoy y siempre, estamos con Barcelona, formamos parte del alma de Barcelona. Porque no tenemos miedo, pues el miedo seca el alma.

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