OPINIóN
Actualizado 20/08/2017
Fernando Saldaña

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Escucho en el bar de Emilio uno y mil argumentos estúpidos acerca de lo ocurrido en Cataluña estos días. Acerca del atentado, de los comunicados, de los sentimientos, del independentismo?

Al llegar a casa y escribo estas cuatro frases.

Hace falta ser mala persona para asesinar a los demás. Muy mala persona. De la peor calaña.

Hace falta ser mala persona para identificar a los asesinos, miles descerebrados, con millones de personas pacíficas que vienen del mundo del islam, con millones de musulmanes que jamás han matado a nadie, ni le matarán, y que sienten desprecio por los asesinos. Millones. ¡Millones!

Hace falta ser mala persona para comparar el atentado en las Ramblas con el independentismo catalán, tratando de unificar odios y extremismos.

Hace falta ser mala persona para condenar, desde el sentimiento nacional español, que alguien tenga un sentimiento nacional catalán. Igual de legítimo es sentirse checo, que español, que catalán o que canadiense. Aunque a mí me gustaría que todas las fronteras desaparecieran y trabajásemos en común sin barreras ni divisiones por haber nacido en un lugar u otro.

Hace falta ser mala persona para criticar que alguien hable en catalán y exigirle que hable en castellano amparándose en el respeto a las víctimas. Casi con certeza, la mayoría de las víctimas serían catalanoparlantes, y por respeto a ellas (¡por respeto a ellas!) está muy bien que se hable en su lengua materna.

Hace falta ser mala persona para crear río revuelto con un atentado. Ellos, y sólo ellos, recogen las ganancias. Ganan los terroristas, ganan los que siembran división y odio, ganan los racistas? Perdemos, una vez más, los ciudadanos de a pie, los que no vemos en nuestros vecinos enemigos, los que nos sentimos asqueados con tantas malas personas como hemos visto y escuchado esto días.

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