Sin duda era el preámbulo a un broche de oro con letras mayúsculas para las fiestas patronales en Macotera y, sinceramente, no ha defraudado ni a propios ni a extraños. El Encierro a Caballo, que este año cumple su décimo séptima edición tras su recuperación histórica, congregaba a una multitud de caballistas y aficionados desde primeras horas del sábado en los alrededores de la Villa.
Y es que un año más, eran más de mil personas las que se daban cita en la localidad desde poco después de las diez de la mañana para vivir el evento taurino más esperado del año, en el que los caballistas han guiado a la manada de astados hasta el coso taurino, generand
o momentos vibrantes, con peligro y adrenalina entre aficionados y visitantes.
Pero los astados hicieron de las suyas un año más y, mientras la manada realizaba el recorrido de manera disciplinada aunque con sustos en su llegada a la Villa, uno de los toros quedaba rezagado y generaba situación de peligro entre los numeroso jinetes que siguieron su recorrido, tratando de reconducirle hasta el coso macoterano. Unos intentos que fueron realizados por caballos y vehículos pero que finalmente acababan con el animal y los guías a las puertas de la localidad de Salmoral, lugar en el que era adormecido para poder recogerle y concluir el vertiginoso recorrido vivido.