OPINIóN
Actualizado 14/08/2017
Redacción

Señora Villalobos:

Nuestro sistema sanitario -una de las pocas cosas del franquismo que valía la pena salvar- hace aguas, y si hace usted un ejercicio de memoria, verá que algo tiene que ver en ello.

Hace algunos años, desde el 2000 al 2002 concretamente, tuvimos la desgracia de tenerla de Ministra de Sanidad. De su gestión recordamos que empezó usted volviendo locas a las vacas y acabó haciendo lo mismo con los ciudadanos, porque fue usted la que dividió la tarta de la sanidad y le dio una porción a cada gobierno autonómico, y los presidentes, tan felices, más que gobernar una autonomía parecía que gobernaban una autonosuya, y ya era hora de que alguien se dignara a transferirles servicios importantes.

Algunas voces se alzaron en contra -tampoco muchas, no nos engañemos, los españoles somos tan ingenuos que vemos con muy buenos ojos todo lo que nos pintan color de rosa, y cuando queremos protestar, ya no hay remedio-. La descentralización del sistema sería el primer paso hacia la destrucción. En las comunidades autónomas todos se matarían por gobernar la porción de la tarta, y habría que dividir la porción en más porciones para complacer a todos, y surgirían jefes de todo y de nada, y cada uno, para justificar su nómina, pondría sus normas? y si el dinero se iba en pagar cargos, ¿cómo se costearía lo demás?

Pues bien señora, esto es lo que se preguntan hoy todos los cargos que surgieron de las divisiones y que siguen cobrando escandalosos sueldos por gestionar algo que cada vez funciona peor, pero no encuentran la respuesta, mejor dicho, no quieren encontrarla, prefieren seguir cerrando plantas en los hospitales, congelando puestos de personal de servicios, administrativo y sanitario, recortando de tratamientos, de ambulancias, de limpieza y de cualquier cosa menos de jefes que ni siquiera consiguen coordinar bien los datos entre el organismo que concede la sanidad y el que la gestiona. Es tal el desorden que de la noche a la mañana desaparecen del sistema personas que son pensionistas desde hace treinta años, aparecen las que nunca estuvieron en alta y cada dos por tres hay que actualizar los datos de los beneficiarios porque se han perdido y nadie sabe dónde están. Fíjese si lo hizo usted mal, mal, mal, que después de quince años la mayoría de los ciudadanos no saben qué funciones dependen del gobierno central y cuáles de los gobiernos autonómicos, y no es que sean cortos de entendederas, como seguramente piensa usted, es que informó mal y mintió bien, cuando tenía que haberlo hecho al revés.

Por todo esto, y porque no es de razón que usted siga viviendo tan ricamente de la política, debería reconocer su error públicamente, pedir perdón a todos los españoles y, por supuesto, devolver hasta el último céntimo de cuanto cobró por descentralizar un servicio que solo es viable si lo sostenemos entre todos y dedicarse a otros menesteres que no pongan en peligro servicios tan importantes.

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