En ese relato hacia atrás, tan moderno como método literario, que hace Odiseo en el palacio del rey de los feacios, recoge también su aventura con Circe; es hija de Helios y convierte en animales a los que caza con su magia. Y es Hermes quien ayuda a Odiseo a librarse de los hechizos de la maga con un antídoto obtenido de la raíz de una planta, después de que sus compañeros hayan sido convertidos en cerdos. Circe se enamora de Odiseo que logra de ella que sus compañeros recobren la forma humana y permanecen todos en la isla un año disfrutando de los placeres de la vida, mientras Circe va tejiendo su tela mágica. Al final Odiseo logra que le ayude a continuar su viaje.
A lo largo de los siglos se han dado diferentes enfoques al abordar este tema, de modo que hallaremos en Circe muchas y variadas interpretaciones, es mujer, hechicera, amante, profetisa, placer y tentación, magia y engaño, huida y atracción, riesgo y salvación. Y es a la vez atractiva y peligrosa, demoníaca y protectora, acogedora y misteriosa, mortal y protectora, inteligente y variable, sensual e indiferente, amorosa y vengativa? La ambigüedad es probablemente el rasgo que domina todas sus facetas. Todo esto hace que por primera vez Odiseo olvide durante un año junto a ella y sus atractivos el objetivo de su camino: volver a Ítaca.
Muchas interpretaciones hacen del episodio (repárese en la etimología de epi-s-odio, hablando como estamos de Odiseo) una batalla entre el alma y el cuerpo o entre la razón y los sentidos o entre la vida alegre y la responsabilidad diaria, entre la tentación y la virtud, entre la fidelidad y la perdición, entre el camino y la posada (recuérdese aquello que dicen que escribió Cervantes: Es mejor el camino que la posada y que nadie localiza en su obra; ni yo tampoco, claro)
Por esta aplicación tan moralizante el episodio ha tenido un uso general en todas las etapas del pensamiento occidental y en la mayor parte de los escritores cristianos de todas las épocas. Es, o más bien ha sido, un bello y rutinario recurso para descalificar redes de atracción y advertir sobre el peligro de caer en ellas.
Y de hecho la literatura española de todas las épocas y tendencias ha utilizado la figura de Circe. El mismo Lope de Vega escribió una comedia moral, La Circe, y ya en el prólogo cita a Horacio en traducción libre: "A Ulises nos dio Homero como exemplo / de lo que puede la virtud difícil, / y el ser de los hombres sabios"
Y ha estado presente Circe en la poesía española como símbolo de mujer fatal, de peligro a la vista o de engaño provocativo, venga de donde venga. "La ciudad le ha vencido. La gran Circe le ha hecho arder" dice Benjamín Jarnés en su obra "Circe", Y el último verso del poema "Circe esgrime un argumento", tan contundente y programático, de Silvia Ugidos, "Quédate, Ulises: sé un cerdo", o sea, más le vale ser un cerdo con ella que un muerto en vida con Penélope. Es lo que se llama una buena y atractiva tentación. Valgan estas citas como ejemplo de los cientos de ellas que hay en cada época y para los fines más variados.
Y esto en todas las épocas y en todos los géneros hasta el punto de que Circe como paradigma de la atracción y sus metamorfosis derivadas ha llegado incluso al campo de la ciencia: el enzimólogo William P. Jenks denominó "Efecto Circe" a la acción de las fuerzas atractivas que hacen que un sustrato entre en el centro activo de una enzima y provoque una transformación de su estructura. Así como suena. Circe no descansa.
Pero las aventuras de Odiseo dan para mucho más, en todas las direcciones imaginables. Sólo dos o tres ejemplos entre mil.
N. Kazanzakis en su monumental obra Odiseo, de más de 30.000 versos, recuerda tres mujeres como símbolos de tentación para Ulises y para cualquiera humano: la dulce Calipso la primera y la presenta Kazanzakis: El fresco palacio de Calipso, donde apareció como hembra seductora.
Después la carnal y mágica Circe y según el verso de Kazanzakis así lo confiesa Odiseo: Poco a poco, la razón enmudeció dentro de mí, se ahoga el fuego en el hogar y el espíritu emponzoñado se hace carne y hacia el vientre desciende?
Y en tercer lugar la joven y enamorada Nausicaa: Ésta es, sufrido vagabundo, la Sirena más dulce y te hace señales de amor, le dice Kazanzakis (por cierto este sonoro apellido es Calderero en turco, que así es la vida) en un griego entre clásico, moderno y medio cretense.
Y según el canto de Kazanzakis, Ulises, caído y levantado en las tres tentaciones ?placer, sexo y amor-, llega a Ítaca y allí se siente después de tanto tiempo como un extraño. Para él, le hace decir el poeta de Creta, ha llegado la hora de partir de nuevo, de abandonar para siempre su isla y no volver jamás. El juego poético permite estos vaivenes, importantes además de sugerentes. También por ahí iba ya el libro Odisea, larguísimo poema en versos blancos, de A. Tennyson que sitúa a Ulises volviendo a partir de nuevo frente la asfixia que le envuelve en su casa: quiere volver a descubrir islas felices. Y ésta sería quizás la más peligrosa y profunda tentación.
Más grave y desconcertante es el final que se figura el poeta mexicano Héctor Carreto, después de un largo poema en treinta y tres cantos: Al llegar hasta Penélope
--mi fiel Penélope--
me llevé una gran sorpresa:
ella, aún de espaldas,
me reconoció inmediatamente.
Mi fiel Penélope. Volvió la cara: era otra.
Cada uno, aplicándolo a la vida y al futuro, puede interpretarlo como quiera. La Odisea realmente no acaba nunca? Y sigue.
Nota: Bastantes personas me han preguntado por la pizzería de Salamanca que hace unos días no quiso atender a un grupo porque en él había cinco con discapacidad, con la intención, parece ser, de no consumir productos en ella. El nombre de la pizzería es Carlos y está en la calle San Pedro junto a la rotonda que une Av. Portugal con Av F. Villalobos. Parece que la Junta le impondrá una fuerte sanción, aunque eso es lo de menos; lo de más es que haya personajes con esas discriminaciones en la cabeza.