Algunos recuerdos se guardan en cofres, secreteros o en algún cajón "desastre". ¿Para qué? Dejémoslos fluir cual manantial de una fuente. Nuestro poema de hoy se mueve de lo personal en otra época a la actualidad. En lo personal, porque es un recuerdo imb
PLAZA
DE LA
FUENTE
La blanca luna de Madrid,
amiga de mis noches,
sin un porqué,
sin una ofensa,
se convirtió en luna gris.
Y en viaje con mi chica,
a Salamanca la blanca,
lo recuerdo tal que hoy,
desde la plaza La Fuente
se tornó verde esperanza.
Como propios en la noche,
extraños para Sinatra,
olvidamos el hotel
y aposentamos la plaza.
¿Nos dieron hasta las tres??
"Sabina, ¡niégalo!, así no fue".
¿Fue el hechizo del lugar
la "ese" de su calzada,
o el manantial de la fuente,
vetusta flor de ciudad
del frescor de Salamanca,
quien cautivó nuestro ser?
Sea por lo que fuere,
años después,
a la misma estancia,
a la misma luna,
me llevaban dos luceros
que daban luz a la plaza,
y como no comprendían
en mis tareas escribanas
el porqué de la jornada,
las lágrimas de La Fuente
destellaban en sus caras.
A besos me las comía,
y la luna emocionada
por regalo tan hermoso,
de príncipe travestida,
se comportó como padre
en las noches de mis niñas.
(Inédito)
Fernando Robustillo Rodela