OPINIóN
Actualizado 25/07/2017
Marcelino García

Guinea Ecuatorial, uno de entre tantos desconocidos.

Autora: Sara Mesa Comins, activista por los Derechos Humanos

Ya han pasado más de 30 años desde que Teodoro Obiang tomara el cargo de la presidencia de Guinea Ecuatorial, un país definido como independiente, republicano, democrático y social. Desde que se descubrieron en 1990 las reservas de petróleo y el gas natural, el país pasó a ser uno de los más ricos de África subsahariana y, por tanto, uno de los países más reconocidos a nivel económico. A pesar de todo ello, aún hoy en día alrededor del 60% de la población sobrevive con menos de un dólar diario.

Como aparece en uno de los informes anuales sobre los derechos políticos y civiles de FreedomHouse, Guinea Ecuatorial es uno de los países con el peor registro en lo que a materia de derechos humanos se refiere. Desde hace años, su presidente es acusado por diferentes organizaciones internacionales de violar reiteradamente los derechos de los ecuatoguineanos, ejerciendo además un control excesivo sobre el poder judicial.

Numerosas personas detenidas están recluidas de manera indefinida sin conocer los cargos que pesan en su contra, así como también otros se encuentran en detención secreta. Asimismo, hoy en día se siguen denunciando los abusos graves, palizas y torturas que muchos de los prisioneros sufren.

En cuanto al ámbito sanitario y educativo, siguen siendo uno de los temas más preocupantes y relevantes del país. Lo cierto es que el difícil acceso a estos servicios y la escasez de infraestructuras de calidad, lleva a que numerosas familias se vean en situaciones insostenibles y precarias. Un 98% de la población vive en zonas con alto riesgo endémico de malaria y más del 20% de los niños/as menores de 5 años sufre desnutrición crónica. En cuanto a la educación, a pesar de que en 1985 la normativa reguladora de la actividad educativa de Guinea Ecuatorial propugnara la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria, el gasto en educación solamente llega al 2% del PIB; y aún en 2015, 332 escuelas (de 857) carecían de letrinas, y 600 no tenían acceso a la electricidad.

A pesar de que el país carece de grupos independientes de derechos humanos registrados de manera legal, y los pocos activistas locales que intentan tratar cuestiones relacionadas con ello se convierten en objeto de acoso, represalias e intimidación, actualmente son miles las personas, de todas partes del mundo, que siguen luchando por cambiar esta situación, reivindicando y reclamando libertad, igualdad y justicia para Guinea.

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