Salgo del agua al aire. Deja el sol un resplandor crujiente de vainilla y aguamarina sobre el encinar. Suena el silencio en mi alma y en la luz vibra el arrullo fértil de una tórtola. Por un instante encuentro en mi interior huellas de juventud. Miro el paisaje y frente a mis hermanas las encinas siento que corre alegre por mi espíritu la liebre dulce de la felicidad.