OPINIóN
Actualizado 13/07/2017
Víctor Hernández

Ya he comentado en otras ocasiones cómo han ido surgiendo nuevos estilos musicales a raíz de que la música clásica se quedaba en una "pseudomúsica" que, para muchos, y sobre todo para los más jóvenes, solo entendía ya la gente de avanzada edad.

Esta "música culta europea" nació en el clasicismo a mediados del siglo XVIII (1750-1820) y tenía entre sus más destacados compositores a Mozart y a Haydn, encontrando como centros de difusión Berlín, París, Mannheim y Viena.

La música que aquí nacía se caracterizaba por la consolidación de la tonalidad plena, la claridad de las texturas, una fantástica simetría de las frases musicales y el establecimiento de la sinfonía, la sonata o el cuarteto, entre otras muchas, como las formas musicales clásicas.

Las melodías se comenzaban a denominar cantábiles por sus fraseos pegadizos y la envoltura solía ser una orquestación que apoyaba y empujaba todos esos momentos de la pieza en los que el sentimiento requería una apertura musical.

Los compositores eran contratados para poner música a los momentos más importantes de la vida social sobre todo de las altas esferas políticas, pero comenzaban a separarse ya del patronazgo aristocrático y de la Iglesia, ayudando así a la creación de teatros para la puesta en escena de sus composiciones y cobrar por su música.

Para mí la nueva música clásica es la que escuchamos en los espectáculos de la actualidad, no en las nuevas óperas ni en los musicales, donde encontramos música adaptada y piezas que distan mucho de la sonoridad clásica, sino en un arte que un día se denominó nuevo, el séptimo.

Cuando un buen compositor busca en una orquesta sinfónica la sonoridad para su banda sonora, aparecen temas de una calidad que perfectamente pueden escucharse como música clásica hecha en nuestros días.

En mi opinión, los mejores ejemplos son: John Williams, Jerry Goldsmith, Hans Zimmer o Danny Elfman.

Pinchad en las imagenes para escuchar algunos ejemplos.

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