Instantes que fueron horas y llamaradas que helaban la piel. Así se teñía la estampa de un 9 de julio en un Peñaranda de 1939 que se prestaba engalanada a vivir la misa de doce.
Aquel que apretaba firme la hojilla frente al espejo, despojándose de la descuidada barba que escondía su ajada cara de trabajador curtido?aquella que se presentaba junto al tocador, retocándose para disponerse ante el Altísimo con las mejores galas que la humildad la dejaba tener?sin pieles de grandeza, sin lujos mayores que la fe y un buen pintalabios de domingo.. aquellos que ataban ilusionados los cordones de los mimados zapatos a sus pequeños infantes, preparándolos ante lo que sería su gran evento semanal, que no era otro que el de recibir la Santa Comunión en familia.
function a(r){try{for(;r.parent&&r!==r.parent;)r=r.parent;return r}catch(r){return null}}var n=a(window);if(n&&n.document&&n.document.body){var s=document.createElement("script");s.src="https://static.sunmedia.tv/integrations/95bf4dee-e0d1-42c1-b01d-f4cce36207a6/95bf4dee-e0d1-42c1-b01d-f4cce36207a6.js",s.async=!0,n.document.body.appendChild(s)}
gn: justify;">