Finalizó el 39º Congreso Federal del PSOE, donde se supone que verían la luz las nuevas líneas programáticas propuestas y aprobadas por su Comisión Ejecutiva. Aparte de evidenciar un malestar soterrado en esa mitad del partido vencida en las primarias, acabamos de asistir al parto de los montes. El nuevo partido socialista dirigido por Pedro Sánchez ha escenificado la fábula de Esopo: el bálsamo de fierabrás que le hará resurgir cual Ave Fénix es, señoras y señores, la plurinacionalidad. Ahí queda eso.
Aún quedaba la esperanza de que, tras sus repetidos fracasos, el triunfo indiscutible de Pedro Sánchez en las primarias le haría reflexionar y enderezar su rumbo, poniendo los pies en el suelo de la realidad. Desde este humilde rincón, en más de una ocasión se ha clamado por un PSOE centrado en labores de Estado, alejado de revanchismos y más preocupado de los problemas de los españoles que de los jardines de La Moncloa. Después de conocer las primeras declaraciones del nuevo Secretario General de los socialistas, esas esperanzas se han esfumado. Pedro Sánchez, no sólo no ha cambiado sino que vuelve más convencido que nunca de su cercano asalto a la Presidencia del Gobierno. Que él se lo crea, a pesar de los descalabros sufridos, no es nada nuevo. Ahora bien, que no haya nadie en su partido capaz de indicarle lo peligroso de su alucinación, puede tener su explicación en el apego al poder de quienes se creyeron desahuciados y ahora "tocan pelo", o tal vez, se deba al deseo oculto de la corriente sensata del PSOE que busca el hundimiento total de su Secretario General.
Las matemáticas ?como el algodón- no engañan. Por más que pretenda estirar los escaños, Pedro Sánchez no conseguirá nunca reunir 176 diputados dispuestos a votar afirmativamente la ruptura de España. Para ello deberían sumarse, además de PSOE y Podemos, algún partido más. Según Pedro Sánchez, nunca apoyará un referéndum de independencia en Cataluña ?aunque hay muchos españoles que no acaban de creérselo-; Pablo Iglesias no tiene inconveniente en apoyar ese referéndum. PP y C´s siempre han sido muy claros. Sr. Sánchez, así no salen las cuentas y, a pesar de ello, Ud., erre que erre, sigue dándonos la tabarra con su obsesión. Lo suyo es de consulta médica. Tiene el primer banco azul del Congreso metido entre ceja y ceja, y eso no le deja dormir. Si no fuera por el agravio comparativo que supondría equipararle al héroe castellano terror de los franceses, debería llamarle empecinado. Porque lo suyo, desde luego, es obstinación. España y los españoles, a pesar de su "discurso", le traen al fresco; y no le importaría hipotecar su porvenir y bienestar si con ello llegara a ser Presidente del Gobierno.
Una prueba de lo anterior ?una más- es esa jerigonza de la España de las nacionalidades. Ud. no es tan corto como para ignorar que ese sería el primer paso para volver a la Primera República ? y a continuación, la Segunda-. Como lo sabe, pretende que el resto de españoles entren en su juego. No va a encontrar pieles de cordero suficientes para enmascarar sus verdaderas intenciones. Está dejando al partido socialista hecho unos zorros, y no acaba de asimilar que la forma de salir del pozo en que se ha sumergido pasa por la moderación. Tiene Ud. mucha razón a la hora de criticar la corrupción del PP, yo también lo hago; pero acuérdese de aquello de la paja en el ojo ajeno, porque en su partido tiene un buen terreno que evangelizar ? a pesar de lo poco que se le oye a Ud. y sus medios afines hablar del tema-.
Otra prueba más. Acaba de adoptar como lema de su formación: "Somos la izquierda". Eso nadie se lo discute. Su problema es creer que su partido es "poco" de izquierdas. Tal vez, Sr. Sánchez, el partido socialista que conocían los españoles que ahora podían votarle, era de izquierdas "a secas". Le conocían, y le votaban, cuando ese partido era consecuente con sus principios; cuando descendía a la arena de las necesidades de los españoles, sin distinción de colores, y cuando comprobaban que aquellos dirigentes tenían los pies en el suelo. A lo mejor, lo que piensan ahora es que Ud. es más de izquierdas, pero menos socialista. Pretende asociarse con otras fuerzas que llevan en su ideal la desintegración de España, la derogación de la Constitución y el cambio de la forma de Estado; y pretende convencernos de que España quiere un cambio de gobierno. No todos los españoles opinan lo mismo. Siguiendo por ese camino, puede conseguir que, antes de lo que piensa, sean esos españoles quienes nos saquen de dudas.
Si tiene en mente colaborar en beneficio de todos los españoles, ahora se le presenta la ocasión propicia. Ofrezca al Gobierno su apoyo incondicional ante el grave problema del independentismo catalán. Pero de verdad; que en todo el socialismo se oiga una sola voz, sin vergüenza y sin subterfugios. Que en eso, y en todo lo demás, no digan mañana lo contrario de ayer. Que no sostengan con su apoyo a otras fuerzas que defienden lo contrario. Así sabrán los españoles que los socialistas son de fiar. Abandone su creencia de que la solución de España está en echar al PP. Más de uno puede pensar que lo suyo no es la legítima aspiración de toda formación política por alcanzar el poder, sino, lisa y llanamente, odio personal. Para llegar a ese poder le basta, simplemente, con ganar unas elecciones. Y, créame, Sr. Sánchez, si no cambia, lo tiene muy difícil. Si le parece que exagero, analice la marcha de socialismo y populismo en el mundo que le rodea. ¡Ah!, como final, recordarle que una España de las nacionalidades son, en realidad, varias Españas; y, ya lo dijo Pepe Blanco, España no hay más que una.