OPINIóN
Actualizado 25/06/2017
Isaura Díaz Figueiredo

Borges apunta que el poeta ha logrado entonces expresar lo secreto -es decir, lo sagrado- y que a partir de ese momento cualquiera puede matarlo. La apreciación de Borges sí que define un ideal posible para la poesía: matar al poeta es en ese relato, entender que lo que importa es el poema, el misterio de que alguien que no eres tú haya dicho algo que sientes tuyo. Que te haya descubierto, que te haya enseñado a decir lo que sabías pero no sabías cómo expresar. Y no hay meta más ambiciosa que conseguir que unos versos escritos por un nombre propio cualquiera pierdan el nombre de quien los creó para pasar a ser propiedad de quien los necesite, sin más criterio de autoridad que su propia belleza.

Al poeta y narrador Felipe Benítez Reyes (1960) le parece «un poco melodramático eso del odio genérico a la poesía. Supongo que se puede odiar a un poeta concreto, ya sea por razones personales o estéticas, y odiar algunos poemas en concreto por las razones que sean, pero ese odio indiscriminado a un género literario me parece un despropósito, aparte de una carajotería por parte de quienes escriben poemas desde el odio a la poesía».

José Luis García Martín (1950), poeta y crítico, no cree que haya ese odio genérico que da pie al ensayo de Lerner: «Los poetas suelen odiar severamente no a la poesía en general, ni mucho menos a su propia poesía, sino a la poesía de otros poetas (generalmente más leída y vendida que la suya) y, sobre todo y más que nada, a otros poetas». La narradora Sara Mesa (1976), que sólo ha publicado un lejano libro de poemas, explicita algunos matices que explicarían ese odio: «Es innegable que la poesía a veces genera un tipo de rechazo que no tiene que ver exactamente con la incultura. Encontrarás gente muy leída que no puede con la poesía. Creo que se trata de un 'odio social'. Puede interesarme la poesía, y leo poesía, pero lo entiendo más como un acto íntimo. La puesta en escena pública de la poesía, sin embargo, me produce rechazo. O bien la asocio a iniciativas institucionales (rancias, sesgadas, pomposas, cutres) o bien a cierto intento -un poco ridículo- de «acercar la poesía a la gente», como con un paternalismo de cuentacuentos («performances», acciones poéticas variadas, etc.). Todo esto, para mí, poco tiene que ver con la poesía» (JUAN BOBILLA ABC)

La poesía opinión subjetivo de Isaura Díaz de Figueiredo: es algo que no todos están dotados para el arte de saber expresar en un momento saber expresar sentimientos profundos, estar solo y a la vez que la locura deje lucidez, hablar de mundo sellado, y que el qué lea, se apropie de la dádiva, en momentos que dolorido o fatigado LA POESIA le dé LUZ

Platón era? un cielo dormido sin la capacidad de emocionar, huyendo y luchando, paralizándonos con la lira afónica de LA REPUBLICA.

Libro que he leído una vez impuesto por la Facultad y otra por embriagarme en viejas pasiones descafeinadas
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