En un sótano perdido de la Facultad de Ciencias, se encuentra una excepcional exposición de fósiles fruto de la actividad peleontológica desarrollada durante décadas por un equipo de geólogos universitarios capitaneados por el catedrático Emiliano Jiménez Fuentes, alma, corazón y vida de la muestra que puede terminar fosilizada si quienes tienen la obligación intelectual y moral de conservarla, desotanizarla, promocionarla y difundirla, no lo hacen.
Presenta este pequeño museo, colecciones únicas de tortugas, cocodrilos, perisodáctilos, artiodáctilos, coprolitos, huevos y otros grupos faunísticos con antigüedad de cuarenta y cuatro millones de años, gracias al mecenazgo de Iberduero, hasta que un exceso de cierta autoridad universitaria con dicha empresa corto el grifo de subvenciones para investigaciones, búsquedas, excavaciones, restauraciones y exposiciones itinerantes, que comenzaron en 1985.
En espacio tan singular, a pesar de su escondite, pueden verse piezas únicas en el mundo, como un holotipo que con exquisita delicadeza muestra don Emiliano a los visitantes; o el fósil de Iberuchus, único cocodrilo terrestre de ámbito mundial descubierto en tierras salmantinas, con más mérito para tener un recuerdo escultórico en nuestra capital cultural que el elefante de la Plaza Mayor, aunque a este no le falten merecimientos para lucirse haciendo el pino sobre la trompa en el ágora salmantina, porque la presencia de un animal no excluye la del otro, pudiendo cocodrilo y elefante convivir pacíficamente en la ciudad.
Sala de exposiciones única de interés singular, aumentado por la sabiduría, entusiasmo, humor y amor, que don Emiliano pone en sus explicaciones, haciendo deleitosa un visita aparentemente áspera, científica y alejada de la cultura popular, que en sus manos adquiere méritos sobrados para que no quede salmantino alguno sin visitar el sótano que guarda esta reliquia científica de valor incalculable.